La mujer del César

«No sólo debes ser la mujer del César, tienes que parecerlo«

Aker, lecciones del diablo.

«El más llamativo de la sala es siempre el más débil«

Frank Lucas, American Gangster.

No puedo salir por aquí. Tengo que cambiar la luna del coche y acabar de pasar la iTv antes de arriesgarme a llamar la atención y tampoco es bueno andar de un lado a otro sin rumbo fijo hasta que se relajen los controles. Están siendo muy agresivos. Cada día que pasa pillan a dos o tres y están metiendo multas de 1.000€ y tampoco te puedes fiar de nadie. Mi obligación, en estos momentos, es esperar a que las cosas se relajen y ser una niña buena y mantenerme ocupada y a salvo. Tener paciencia es una de las normas clave para este tipo de cosas.

Anoche decidí salir un rato a controlar mi zona. No tenía nada mejor que hacer, así que me senté en la terraza del bar y me mezclé con los entendidos habituales en la materia. No es que me guste hacer amigos, pero en el fondo nos conocemos de toda la vida y ya tienen formada una imagen inocente de mí. No inocente en plan «niña buena y modélica», sino más bien «no peligrosa». No confían en mí y no es que les guste, pero no tienen idea de quién soy y tampoco necesito que lo sepan. Lo bonito de la historia, es que ellos sí creen que son grandes líderes comandantes de la noche y piensan que manejan información a nivel profesional, así que no les importa tomarse una ronda de cervezas tras otra hasta terminar largando cosas que las personas normales sabemos que no hay que contar.

Me hacen el filtro.

Me contaron por donde andaban las fiestas a esas horas y me contaron a cuántos más había pillado la Guardia Civil en la mañana. También estuvieron charlando entre ellos y dándose consejos los unos a los otros de qué hacer y qué no hacer. Observé, a lo largo de la noche que había dos o tres desesperados deseado encontrar a alguien que les suministrara los productos adecuados, me di cuenta de que realmente las ventas se han reducido mucho y el acceso a los caramelos está cada vez más limitado. En mi zona sólo quedamos dos.

También estuve escuchando críticas y comentarios sobre las diferencias de unos productos y de otros y entendí, por primera vez, qué significa ser la mujer del César. Durante la tertulia, me di cuenta de que aquellos que iban de expertos no tienen ni puñetera idea de lo que están hablado. Les di una muestra de mi producto, así como quien no quiere la cosa, por eso de que estábamos todos a lo mismo y en amor y compañía, como si fuera mío y me apeteciera. Vi cómo lo trataban… y en el preciso momento en que pude comprobar cómo lo manipulaban y empecé a escuchar los comentarios críticos me di cuenta de que no sólo no tenían ni idea de lo que estaban manipulando, sino de que además tampoco son un público que me interese.

Ellos no están acostumbrados a la calidad. Repiten las mismas frases como papagayos porque son el argumento en el que se apoyan para decidir qué está bien y qué está mal, ellos sólo quieren aquello que han tomado siempre, que se lo de la persona de siempre y al precio de siempre. Me dieron un cursillo acelerado sobre las diferencias de un producto malo y uno bueno y me enseñaron su perspectiva del asunto. Entonces no sólo fui la mujer del César, la única persona del lugar con capacidad para colocar en sus manos lo que quieran consumir, sino que lo parecí: dejé que creyeran que me estaban dando sabias lecciones y consejos y dejé que me explicaran todo lo que tenían que explicarme como si fuera nueva y yo no tuviera ni idea de lo que estoy manipulando.

Ellos creen que lo he cogido en cualquier bar cutre de la ciudad y lo traigo por jugar un poco. No tienen ni idea de lo que estamos haciendo, de cómo funciona la empresa, de con quién hago los tratos, de cómo lo traemos y lo distribuimos… ellos no saben ni cuánto tengo ni cuánto dinero manejo a lo largo de la semana. Creen que es una niñería. Eso es bueno. Porque si se me ocurriera la brillante idea de demostrarles lo equivocados que están conmigo y con mi producto me delataría a mí misma y entonces me convertiría en el punto de mira de todas las patrullas. Dejarían de pescar las rémoras y darían caza al tiburón blanco.

<– Capítulo anterior   -//—//-   Capítulo siguiente –>