Víctima, zombie y supervivientes

Cinco días han sido más que suficientes para empezar a tomar algunas decisiones importantes. La verdad, es que todo esto es un rollo. Es un aburrimiento. Gómez ha vuelto conmigo después de las vacaciones, al fin y al cabo, tenía dos opciones: trabajar con sus padres para que ellos sigan dándole dinero o trabajar conmigo para que sus padres puedan dejar de darle dinero y, sinceramente, últimamente me hacía falta la compañía de algún ser humano racional mínimamente inteligente.

Hemos empezado un juego llamado «Víctimas, zombie y supervivientes» que consiste en prepararnos física y mentalmente para el apocalipsis. Es decir, queremos recuperarnos físicamente, ser mucho más activos y desarrollar una actitud más consciente respecto a nuestro entorno y a nuestras capacidades y respecto al mundo en términos generales. El mundo está cambiando y si no nos volvemos conscientes de lo que hacemos vamos a caer en la trampa y a convertirnos precisamente en eso contra lo que intentamos luchar: niños mimados.

Así que, a mi regreso, nos hemos puesto a trabajar duro. Tenemos tres metas importantes:

1. Conseguir nuestro propio dinero (preferiblemente con mi trabajo para poder fundar la empresa).
2. Recuperar la forma física definitivamente (cuidando la alimentación pero, especialmente, haciendo deporte del de verdad: correr, saltar, movernos…).
3. Ser conscientes: medioambiente, cambio social.

El juego consiste en un pequeño ejercicio mental que hacemos cuando salimos a la calle y tratamos con otros seres humanos. Simplemente, hacemos un breve análisis y tratamos de averiguar si las personas que tenemos cerca, en caso de apocalipsis zombie, serían zombies, víctimas o supervivientes. Tratamos de localizar a los posibles supervivientes para saber con quién podemos contar y con quién no.

Sé que es un juego sucio y frívolo. Sé que no está bien y que es muy utilitarista por nuestra parte pero, francamente, estoy cansada de la sociedad, estoy cansada de ir de buenas y estoy cansada de preocuparme por quienes no merecen la pena.

Si dejo que otros logren afectarme, jamás conseguiré cumplir con mis objetivos. Y no me parece correcto desperdiciar este momento sólo por quedar bien o por intentar integrarme con personas a las que no les importo.