Del burlesque al circo de los horrores

¿Por qué? ¿Por qué demonios se me ocurriría a mí salir anoche? ¿Por qué demonios no me llevé la puñetera cámara de vídeo para documentar el espectáculo? Bueno. La primera pregunta tiene una respuesta fácil: curiosidad (y para auto justificarme diré que científica).

Para entender lo que sucede de día, también hay que salir de vez en cuando por la noche. ¿Por qué la gente está tan apagada? ¿Qué hacen en el bar hasta las 7am?

En un pueblo no hay mucha gente, por lo que los grupos sociales tienden a configurarse por afinidad más que por edad. Están los afines a la caza, los agricultores, los ganaderos, las bordadoras, los farmacéuticos/as, la asociación de mujeres, los católicos, los rigurosos del vino, los y las gourmet… y luego están los nocturnos.

Ayer salí. La verdad es que tenía apetencia. Normalmente me meto en la cama con el hombre que duerme en mi cama y nos agotamos el uno al otro como fuente sana de entretenimiento. Ahora que hace bueno, mi abuela viene por aquí los fines y mi cama queda vetada a uso exclusivo de los miembros aquí empadronados.

De modo que él se fue a su cama pronto y yo me atreví a asomar por un paisaje que hacía años no frecuentaba.

Espectacular.

Cómo ha cambiado la cosa.

¿Qué pueden tener en común una chica de 17 años, una de 26, una de 33, una de 45, un hombre de 50…? Oestarra… ya claro. En uno de los locales que forman parte del panorama hostelero de mi pueblo anunciaron un ‘ritual pagano’ por Oestarra para pedir a Madre Tierra que haga fértiles nuestras tierras un año más. Anunciaron una quema de peticiones (que nunca sabré si llegó a realizarse) y una queimada.

Por lo que sé, esas cosas, allí, suelen acabar en alcohol, alcohol, queimada (mal hecha y vomitiva), alcohol y drogas.

¿Por qué estaba todo el mundo allí con las puertas cerradas y las luces apagadas si la música sonaba a todo trapo? ¿Por qué éramos tan pocos en el otro bar? Drogas.

¿Hubo ritual pagano por la fertilidad? No lo sé. Sólo sé que fue un espectáculo a partir de las 3am.

Mi amiga, con la que había salido, me dejó para ir a tomar una cerveza al otro bar como a eso de las 11:30pm. En ese momento ya sabía con exactitud que si volvía a verla esa misma noche sería en un estado limítrofe a la muerte cerebral.

Fue una experiencia repugnante, degenerada y depravada.

¿Qué ocurre en mi pueblo a partir de las 3am?

Las princesas de 17 añitos se convierten en las putas de la sierra y se abren de piernas en los rincones nada escondidos de las proximidades del bar. Las amigas te cambian por unas rayas y vuelven con la mandíbula tocando las castañuelas y diciendo que sólo han tomado un par de cervezas. Los viejos verdes preparan las rayas para las crías, las señoras se meten hasta las cejas y se bajan los pantalones para los camellos, los muchachos se creen hombres y se vuelven violentos para suplir la impotencia sexual producida por los excesos…

Un espectáculo lamentable.

A eso de las 4am apareció la formación de zombies con las mandíbulas al baile de san vito, las miradas perdidas y las extremidades lánguidas, con paso vacilante. Babean, escupen las palabras, arrastran la lengua… al menos no se alimentan de cerebros, sino de cervezas, seguramente a causa de algún malentendido léxico en el momento de la conversión.

¿Y los padres que opinan? Por lo visto, los padres de la puta de la sierra consideran que la muchacha debe divertirse todo lo que guste, aunque los hombres de más de 30 afirmen entre burlas que su linda princesita se deja hacer de todo cuando va bebida.

Eso sí. Son los únicos padres que permiten a su hija hacer eso. Por suerte, todavía quedan jóvenes en los que depositar alguna esperanza de futuro.

La invasión zombie fue mi límite. Allí me planté y me piré para casa. Demasiado espectáculo, demasiado drama, demasiado triste… ¿y la Guardia Civil? ¿dónde estaría anoche? ¿qué pensarán de eso?

A veces pienso en napalm…