Perros, porros y civismo… lecciones de vida

«Hoy la vida me ha demostrado que la educación, desde luego, no la dan los años. Hay gente que es gilip****s pero de nacimiento, espíritu y corazón. Hoy nos hemos reído mucho en el parque. Yo me he reído más en urgencias y me echaré otras risas mañana… A ver si te vielves a reír cuando te llegue la papeleta a casa.»

Esa fue mi reflexión de ayer. O mi conclusión, después de la ostia que me di y de la respuesta cívica que me dieron los que tuvieron la culpa.

Hay normas de conducta y educación que se nos enseñan cuando somos niños para poder convivir en sociedad. Y parte esas normas rezan cosas como: no hacer daño a los demás, no faltar el respeto y cosas así. También es ilegal darse a la fuga en un accidente y se supone que como ciudadanos tenemos el deber y la obligación moral, ética y civil de ayudar a los demás, especialmente, cuando somos culpables de lo que les ocurre.

Pues hay personas que no se enteran de nada. Vivo en un entorno pequeño, diminuto y cerrado plagado de p**os yonkis perrofláuticos que creen que los perros son moralmente responsables de sus actos y que tienen personalidad. Una de ellas, previamente famosa en mi mundo personal por acusarme de hacerle vudú, de allanamiento de morada y de boicotear su negocio (que se fue a la mi**da a causa de las drogas, yo no tuve nada que ver), tiene un perro al que nunca jamás ha disciplinado de ninguna de las maneras. Ella dice que es porque el perro fue adiestrado para la caza y que está en su naturaleza ser agresivo. Todos sabemos, hoy en día, que esas cosas no funcionan así.

My friend deja al perro suelto en el parque, que estaría muy bien si no fuera por el hecho de que la puerta de mi casa da al parque y cuando saco a mis dos perros de caza ansiosos por correr lo primero que me encuentro, así de frente, es un perro agresivo suelto por la vida. ¿Y qué paso? Lo que tenía que pasar. Hace ya más de un año que llevo teniendo problemas con su perro y ayer me atacó. Tan feliz y tan contento, vino, nos miró de arriba abajo, esperamos a que se marchara, pero no se marchó, se puso farruco y se tiró a por mi persona.

Evidentemente, mis dos mostrencos no van a permitirle a nadie, mucho menos a un pitufo gritón, que me toque, así que se tiraron a por él para defenderme. Y claro, en un alarde de responsabilidad civil, mi primera reacción fue la de sujetar a mis perros para que no le aviaran al perrito de marras a la yonki de turno. El resultado del enredo de correas y dientes fue que acabé en el suelo y como acabé en el suelo su perro se puso más farruco, los míos más agresivos y acabé siendo arrastrada por la calle.

Lo peor del momento no fue ni el golpe, ni el paseo a rastras, ni los ladridos… lo más gracioso (escrito en plan sarcástico) fue que la tía estaba fumando porros tan feliz en el parque con su novio el traficante. Así que hasta que no se acabaron el peta no vieron oportuno venir a amarrar al fu**r perro para que yo pudiera levantarme del suelo. Lo mejor (sí, hay mejor) que se partía de risa y que no se dignaron ni a preguntarme si estaba bien o me había hecho daño ni se disculparon ni me tendieron una mano para ayudarme a levantarme. Todo muy hippy, amor para todos y demás. HIJA DE P**A.

Total, que me fui al médico a que me dieran un parte de las heridas producidas y esta mañana he estado en el cuartel de la Guardia Civil. Desgraciadamente, puesto que su perro no me ha mordido directamente y no estaban ellos presentes durante el suceso, no pueden hacer nada. P**A BUROCRACIA.

¿Recordáis el post de la purga? No he puesto denuncia, porque no tenía pruebas exactas. Pero hoy sí que les he contado TODO lo que sé. Absolutamente todo. Con nombre, pelos, señales, detalles, quién, cómo, cuándo, dónde… y se han sorprendido de todo lo que no sabían y saben ahora y van a utilizar para poder acabar con el tema.

Y también estuvimos negociando. Sé que no tengo pinta de ser la tía más lista del mundo ni la más informada, pero supongo que mi habilidad para fundirme con las sillas y pasar desapercibida es lo que hace que todo el mundo me cuente las cosas directamente o las hablen sin cortarse delante de mí. Y sí, he llegado a un acuerdo con los verdes.