Mens sāna in corpore sānō

orandum est ut sit mens sana in corpore sano.
fortem posce animum mortis terrore carentem,
qui spatium vitae extremum inter munera ponat
naturae, qui ferre queat quoscumque labores,
nesciat irasci, cupiat nihil et potiores
Herculis aerumnas credat saevosque labores
et venere et cenis et pluma Sardanapalli.
monstro quod ipse tibi possis dare; semita certe
tranquillae per virtutem patet unica vitae. *

Me estoy haciendo increíblemente fan de este popular texto latino. Y la verdad es que si mi espíritu flaquea en ocasiones, se está fortaleciendo mucho desde que cambié mi vida urbana por la vida en el bosque.

Estos años he aprendido muchísimas cosas. Muchísimas cosas que enriquecen mi alma y fortalecen mi mente. Y he cambiado como si hubiera vivido diez años, en tan sólo cuatro.

La última campaña ha sido breve. Desgraciadamente, el cambio climático no favorece la cosecha de la cereza. Pero ha sido divertido. Mi habilidad ha aumentado mucho y he mejorado mi destreza. Estoy profesionalizandome, supongo. El caso es que el trabajo me gusta mucho.

Este año, no sólo he conseguido valer mi jornal, sino que he conseguido hacerlo en la parte más difícil: entre las ramas. He subido a las puntas más altas, he recogido los beneficios de las frutas más grandes y maduras, más valiosas, he logrado recolectar el doble de mi peso por día, lo que significa que no sólo he valido mi sueldo, sino que he aportado beneficios a mi patrón. Y no sólo eso, entre todas las cosas, he conseguido que mis compañeros mejoren el rendimiento. Ha sido genial, convertimos el trabajo en un juego y nos lo pasamos increíblemente bien subiendo y bajando de los árboles con ingenio y energía. Llegábamos a trabajar antes de lo que correspondía sólo porque nos gusta hacerlo. Una cuadrilla estupenda.

El mejor momento, en los pesajes. Está claro que me pagaban para hacer mi trabajo, así que parte de mi trabajo era ocuparme, con mis compañeros, de transportar las cajas hasta la báscula y cargarlas en los paléts destinados a ser almacenados en el camión. Los demás recolectores no contratados son gente mayor o con poca capacidad de carga, así que el trabajo nos correspondía a los jornaleros.

Y alucinaron.

Resulta que después de tanto tiempo manejando el legón, cargando sacos de pienso de gallinas y de perros, bombonas de butano, paseando más de 100kg de perros, etc., tengo la misma fuerza que todos los hombres. Las cajas de 25kg ya no me pesan y era capaz de subirlas a la misma altura, al mismo ritmo y con la misma soltura que el resto de los hombres. Y, después, era capaz de seguir subiendo al árbol a coger cerezas y rendir mi jornal, como una más.

Los pobres hombres alucinaron cuando me vieron levantar las cajas. Yo no me di cuenta hasta que me di la vuelta y me los encontré a todos con la boca abierta.

No he perdido mi feminidad, no he dejado de ser mujer ni me he hiper-desarrollado hasta parecer un camionero. Al contrario, mi cuerpo se ha desarrollado y fortalecido torneando mis músculos por debajo de mi piel hidratada y brillante y si bien toda yo estoy dura como una piedra mi forma sigue siendo redondeada, curva, femenina.

Estos días estoy entrenando con los perros. Tengo ganas de mejorar mi rendimiento en muchos aspectos de mi día a día y, por qué no, ultimar mi fondo físico. Puestos a mejorar, ¿por qué no? Ya tengo mejor físico que cuando tenía 20 años, incluso cuando tenía 16. Nunca me había sentido así. Me siento viva y llena de energía.

*Se debe orar que se nos conceda una mente sana en un cuerpo sano.
Pedid un alma fuerte que carezca de miedo a la muerte,
Que considere el espacio de vida restante entre los regalos de la naturaleza.,
Que pueda soportar cualquier clase de esfuerzos,
Que no sepa de ira, y esté libre de deseos
Y crea que las adversidades y los terribles trabajos de Hércules son mejores que las satisfacciones, la fastuosa cena y la placentera cama de plumas de Sardanápalo,
Te muestro lo que tú mismo puedes darte, con certeza que la virtud es la única senda para una vida tranquila.