Anonima Geek

Anónima, Geek… bruja, guerrera, libre, liberada. Esta es la historia ficticia de mi particular guerra real.

La tormenta

Ayer cayó una tormenta como hacía años que no caía. La última que he vivido semejante fue exactamente en el pueblo en el que llevo tantos años viviendo. Recuerdo que estuvimos sin luz casi 24 horas debido a daños en el cableado y que se quemó un repetidor (no sé exactamente si fue eso, pero si no lo fue, debió de ser algún aparatito parecido) y estuvimos sin conexión a internet y sin línea de teléfono un mes entero porque a causa del mal tiempo era imposible que ningún técnico subiera a repararlo… hubo que esperar a que dejara de llover. Desde entonces, el alcalde de mi pueblo ha comprendido el riesgo de cualquier invierno y ha llevado a cabo innumerables mejoras en las instalaciones eléctricas, alcantarillados, arboledas y demás infraestructuras del pueblo.

Otros pueblos han olvidado que, además de vivir del turismo, a veces es necesario proteger a los habitantes de los peligros y no han prestado atención a las cosas que se deterioran con el inexorable paso del tiempo. El pueblo en cuestión es un pueblo precioso (cuyo nombre no voy a mencionar) que se ha convertido en un referente turístico. Es patrimonio de la humanidad y durante años han mantenido muy cuidada la estética de todas sus fachadas. Además, cuenta con innumerables hoteles, hostales, restaurantes y demás establecimientos destinados a alojar al sinfín de turistas que año tras año pasan por aquí a dejar sus ganancias en unas vacaciones rurales, para mi gusto, demasiado plastificadas y edulcoradas.

Ayer cayó una tormenta increíble. Casualidades de la vida, me encontraba allí visitando a un amigo en su casa y, de pronto, empezó a temblar la luz. Eso suele ser normal con las subidas y bajadas de tensión de las tormentas eléctricas. Después falló la conexión a internet, señal inequívoca de que la tormenta es mucho mayor de lo que se espera. Y, finalmente, se fueron primero la señal de la televión y acto seguido la luz. Mi amigo urbano no lleva demasiado tiempo viviendo en la sierra y lo poco que recuerda de los inviernos aquí lo ha sufrido un poco en carnes en mi casa, de lo que deduce que las condiciones de mi hogar no son la norma… lo que él no imaginaba es que en mi hogar, que ya lleva años en construcción, la mayoría de esos problemas están subsanados a base de sufrir las múltiples experiencias climáticas.

Por ser veterana en estas circunstancias, bajé voluntariamente y de buen gusto a comprobar el diferencial pensando que la subida de tensión había hecho saltar algún chivato. Mientras tanto, no sólo llovía y tronaba, sino que la lluvia y el viento azotaban sin piedad las fachadas y las ventanas haciendo temblar los cristales. Chorros de agua con la presión de mil mangueras descendían de los canalones golpeando las aceras del suelo y colapsando un alcantarillado de tiempos de los romanos que daba la impresión de no haber sido revisado en siglos… Armada con mi linterna y mi sabiduría, eché un ojo a todos y cada uno de los diferenciales de la luz y los encontré todos en su sitio. Después miré el contador digital… blanco absoluto. Tenía dos noticias, la buena es que el corte de luz no era de casa y todo estaba en orden; la mala que la luz se había ido en el pueblo en términos generales, lo que significaba que el problema estaba en el pueblo.

Mi amigo tenía que irse a trabajar y yo tenía que volver a casa, me preocupaba el hecho de que suelo dejar la ventana del tejado de mi cocina abierta y debajo hay una silla de tela que suele mojarse cuando llueve y olvido cerrarla. Así que agarré mi furgoneta y salí dispuesta a volver a casa. Para salir de ese pueblo y volver al mío hay cuatro carreteras disponibles. Ayer se colapsaron todas y cada una de ellas. Dos de ellas fueron obstruidas por árboles milenarios que se partieron y derrumbaron cortando el paso y destrozando muros, tendidos eléctricos y demás mobiliario urbano. Otra quedó cortada por el derrumbamiento de escombros y tejados que no pudieron soportar el temporal. La última quedó cortada a causa de la inundación. No se podía salir.

Lo medité durante unos segundos y finalmente me decidí a volver por mi primera opción, que estaba cortada por la caída de varios árboles, pero me había parecido ver gente cortando ramas y limpiando la zona. Cuando llegué, había varios vehículos parados allí. Casi todos pertenecían a gente más joven que yo que se habían bajado de los coches abrigados y con chubasqueros para hablar por teléfono y explicar que llegarían tarde a causa del molesto inconveniente. Sólo había dos personas limpiando la carretera, dos personas para limpiar el paso a todas las demás. Tardé 30 segundos en apagar el motor de mi coche y, sin pensar que sólo llevaba una camisa de tirantes blanca, unos vaqueros finos y unas zapatillas converse, me puse mano a mano con aquellos dos hombres a retirar ramas y hojas.

No pensaba en ayudar, ni siquiera pensaba en la carretera, lo único en lo que pensaba era en poder llegar a casa a cerrar la ventana para proteger mi voladero de periquitos de las ráfagas de viento frío y lluvia. Me preocupaba que el clima estropeara la puesta que están incubando, que se muriesen las hembras, que se mojara el suelo de la cocina, que mi perra tuviera miedo de los relámpagos y no tuviera consuelo. Uno de los hombres cortaba con la motosierra y el otro hombre y yo, sin decirnos nada, sin preguntarnos, sin darnos instrucciones, nos acompasamos y fuimos sacando una a una todas las ramas de la carretera, las hojas y los demás residuos.

Conseguimos despejar la pista el espacio suficiente como para que los coches pudieran pasar, aunque sólo hubiera un carril. Evidentemente, dos personas solas no podían limpiar el acceso completo porque había que liberar los otros tres. Tuvimos que dar paso a un camión considerable que debía llegar al otro acceso para recoger el árbol más grande que había provocado el daño mayor. Y ahí estaba yo, con mi pelo suelo mojado por delante de la cara, mi camisa blanca pegada al cuerpo chorreando agua y las converse convertidas en piscinas pidiendo por señales a los demás coches que se apartaran para dar paso al camión cuando me di cuenta de un detalle: la única civil que se había molestado en echar una mano había sido yo. Los demás seres humanos que se quejaban de la obstrucción y del inconveniente de no poder pasar lo más grande que hicieron al verme ayudar a los obreros (no sé si serían voluntarios o monteros o personal del ayuntamiento, pero olé) fue sacar los móviles y las cámaras y hacernos fotos… nuestras y del desastre.

Lo mejor de todo fue que en un momento determinado, tres muchachos me miraron y me reconocieron y me llamaron por mi nombre. Estoy casi segura de que detrás de la mascarilla que se me pegaba ya a la nariz y a la boca puse mi mayor cara de sorpresa e indignación. Lo único que me preguntaron era si ya se podía pasar… obvio que se podía pasar, acababa de pasar un camión y los operarios en cuestión ya se marchaban a despejar otra pista. Así que les hice una seña con la mano, puesto que me faltaba el aliento para poder decir nada, me monté en la furgo que estaba hecha una piscina por dentro y salí de allí con cautela abriendo la marcha y dando la señal de que definitivamente podíamos pasar. Los demás no tardaron en adelantarme con prisas en dirección hacia sus quehaceres.

Aquello me ha dado mucho que pensar sobre la sociedad en la que vivimos. Si hubiera sido un incendio… ¿se habrían dedicado a hacer fotos mientras el inmueble se quemaba y se veía sumido en las más míseras cenizas? Me resulta impensable ver a alguien sufriendo, cualquier persona (no digamos ser vivo) que necesita ayuda y que el primer instinto de gente con capacidad para echar una mano sea sacar el móvil, hacer unas fotos y protestar por el contratiempo. También estoy convencida de que eso ha pasado allí porque es un pueblo tan enfocado al turismo y al estilo de vida urbano que se ha disociado. En mi pueblo, por ejemplo, esas cosas no pasan. Aquí, si hay un incendio, para cuando llegan los bomberos los mozos de mi pueblo jóvenes y mayores ya casi lo tienen extinto, nadie se para a ver una catástrofe sin dar la voz de alarma y luchar por impedirla.

Esta mañana, mucha gente ha hablado del desastre catastrófico en cuestión. Me preguntaron si me había enterado de lo que había pasado allí. ¿Enterarme? ¡lo he vivido en primera persona! Y todos llegaron a la misma conclusión: ¿de verdad que nadie ayudaba? En realidad, quiero pensar que nadie ayudó en el momento en que yo estuve allí. Supongo que los habitantes del pueblo se portarían de otra manera y se mostrarían más dispuestos a colaborar. Supongo que el hecho de que gente más joven que yo y con más capacidad no tuviera ni la más mínima ocurrencia de echar una mano ha sido un hecho aislado… o eso quiero pensar.

Deja un comentario

Información

Esta entrada fue publicada en septiembre 18, 2020 por en Vida Rural y etiquetada con , , , , , , , , , , , .

ADVERTENCIA

Este blog es pura ficción, cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia y sólo demuestra que tienes un problema severo de autoestima y protagonismo. No seas ególatra!! Se trata de mí, no de ti, por una vez en mi vida.

Además es como la peli del Makinavaja: va a ofender a todas las insituciones posibles habidas y por haber… así que si te ofende, es que hice bien mi trabajo o te autoidentificaste como parte del problema social.

Colaboran y ¡ME SOPORTAN! (no sé muy bien por qué):

Estos chicos se lo merecen más que yo, están ahí siempre aguantando todo lo que no llega a publicarse. Estírate un poco y échame una mano parara poder recompensarles:

Recuento de lectores, cotillas y mirones:

  • 27.581 Entre frikis, lovers, haters, miembros de la Guardia Civil, personajes de mi pueblo, desconocidos y otros paranormales...

La biblioteca!

También me gusta

Si no eres de acordarte de los enlaces, clicka para recibir actualizaciones por correo electrónico.

Únete a otros 121 suscriptores
Asociación Bagauda

Arte, Ecoturismo y Desarrollo Rural Sostenible

AHM_ART

Cultura, turismo y patrimonio histórico en Sierrade Francia y provincia de Salamanca

deGRisel

Creaciones

Un rincón para pensar

Un lugar donde sacar cómo nos sentimos y desahogarnos un poquito

El descanso del Onironauta

"El umbral de tus sueños. Y si insistes, de tus sombras también"

Poesía eres tú

Blog de relatos cortos y poesía.

Cenizas de Aurora

Escribir es una parte distintiva de mi ser. Siempre acudo a la escritura para salir de la realidad y también para entrar y profundizar en ella. Escribiendo analizo y entiendo mejor la vida y sus persona-jes. Escribiendo me suelto, y recuerdo y fijo las memorias. Por primera vez me decido a mostrar lo que escribo: ideas, historias que tejo, que la gente me deja en su tránsito, o me hace imaginar con su actos o palabras, cosas que recuerdo a medias o apenas intuyo, invenciones, literatura procesada, escenas vividas y soñadas, recuentos de dolor y exilio, de abandono y pérdida, de mucho amor mezclado con todo lo anterior. Ojalá me encuentren, se encuentren un poco, disfruten y estos textos los hagan pensar y sensibilizarse. Gracias por leer-me.

Fotografia Artistica

Blog di fotografia: news, fotografia artistica, maestri della fotografia, tecnica fotografica, fotocamere, tutorial Photoshop, corso di fotografia gratuito

Imagenes Educativas

Recopilación de las más interesantes imágenes educativas

REFORMAS Y DISEÑO

En ROLLORCA S.L, ofrecemos una gama completa de servicios de reformas y diseño de interiores para satisfacer todas tus necesidades. Ya sea que estés buscando una renovación completa o simplemente quieras rediseñar el interior de tu espacio, estamos aquí para ayudarte. Nos enorgullece ofrecer soluciones personalizadas para cada cliente. No importa el tamaño del proyecto, nos comprometemos a proporcionar un servicio excepcional y a garantizar tu satisfacción. Contáctanos hoy mismo para empezar a transformar tu espacio.

Aprendiendo Español

¡Dream Big Miga!