Anónima, Geek… bruja, guerrera, libre, liberada. Esta es la historia ficticia de mi particular guerra real.
He hablado mucho de mi famoso tatuaje del brazo, ese que reza por debajo de todas las mangas cortas la gloriosa frase:
yippee ki yay
hijos de puta
Creo que en todas mis redes sociales y a todas las personas que me han preguntado les he explicado la referencia cultural de la película Die Hard. El tatuaje, básicamente, conmemora la escena en la que el fantástico y americano John McClane interpretado soberviamente por el gran Bruce Willis está frito de comer tortas y golpes a causa de un grupo de terroristas alemanes que secuestran la Torre Nakatomi. Cuando conversa con ellos, el jefe se mofa llamándolo vaquerito y le reta preguntando si cree que él sólo va a poder contra todos ellos. Bruce, que es genial en sí mismo, metralleta al hombro se entretiene cargando la pipa y cigarro en boca le suelta muy hasta los huevos por el walki la mítica frase: «¿Sabes qué te digo? Que yippee ki yay hijos de puta», dando origen a un mantra que se repetitrá en cada película al final de cada misión superada como símbolo de victoria.
Die Hard son mis películas favoritas. Me las pongo cuando estoy triste, cuando estoy contenta, cuando tengo gripe… de hecho me las veo en maratón con un litro de agua de limón y un caldero de pollo y hasta que no las acabo todas no se me pasa la gripe. Me sé todos los diálogos de memoria, en español y en inglés. Son películas que están muy llenas de muchos detalles. ¡Obras de arte!
¿La primera? Toda una oda al clásico Western de toda la vida, de ahí el Yippee ki yay, por cierto. Una recuperación majestuosa del tipo duro y solitario que se deja la piel defendiendo causas nobles y se enfrenta sólo con sus manos a los malos hasta que acaba con ellos uno a uno. La segunda reconozco que no es de las mejores. Pero ¿y la tercera? ¿la escena de la fuente? Zeus toda la santa película dándole la brasa a McClain que para empezar tiene una resaca de espanto y para seguir lo meten en un juego de pensar. Y dale con el temita de la raza. Me mata ese momento en el que Bruce mira a Zeus y va a insultarlo y el broth le grita furioso:
«¡Dilo!, vas a llamarme puto negro, ¿verdad?»
«¡GILIPOLLAS! Iba a decir GILIPOLLAS, qué pasa ¿es que te jode que sea blanco, Zeus? ¿te he oprimido? ¿he oprimido a tu gente tal vez? Sé lo que te pasa, no te caigo bien porque eres un racista, no te gusto porque soy blanco. ¡RACISTA!»
Es pura reivindicación del abuso y el victimismo que utilizan algunxs individuxs de colectivos minoritarios para dar la nota y llamar la atención. ¿No os dais cuenta de que así sólo conseguís crear más segmentación y menos igualdad?
La primera vez que vi esa película no sé cuántos años tendría pero ya sabía que algún día me lo tatuaría donde se viera como mensaje reivindicativo de independencia. Y llegó el momento, la fantástica obra de arte me la hizo Alvar Mena en La Barbería, en la Plaza del Oeste. Llevábamos un año hablando de eso y buscando el momento para hacerlo. No dudó. Le mandé un MD por Insta y me dijo: «esa es la clase de cosas que me mola tatuar».
Costó, porque costó. En aquel entonces ya andaba estudiando y malviviendo sin apenas dinero. Me ayudaba Cáritas, me ayudaba la Cruz Roja, tiraba del arcón, compartía con los perros los cubos de sobras del súper, escarbaba por el bosque, limpiaba de vez en cuando alguna casa o alguna habitación, hacía pequeñas cosas aquí y allá y esperaba a que me respondieran los de la Renta.
Temía que llegara la temporada alta, tuviera que meterme otra vez a la maldita hostelería y no pudiera estudiar. Porque ya tenía claro que quería estudiar. Cuando me concedieron la Renta vi la luz al final del túnel. Lo había conseguido, por fin tenía las dos cosas que necesitaba para centrarme y arrancar: tiempo y estabilidad económica. Por fin podía dedicarme a buscar clientes, jardines, fincas y cosas así para hacerme un sueldo y podía estudiar sin las prisas y el miedo que dan una caja de caudales que se acaba y un entorno laboral que te quita la vida por cuatro duros. Y estaba el Brujo del Páramo. Estaba plena de amor, exultante de felicidad y gozo porque por fin lo había conseguido. Había encontrado el camino a Ciudad Esmeralda y pronto podría salir de este pueblo. Así que, para celebrar el éxito, nos fuimos a tatuar.
Lo que os voy a contar ahora es la historia que nunca he publicado. Aquel día, el tatuaje no fue sólo una marca personal causante de muchas controversias entre los ilustraduchos ignorantes del séptimo arte que no captan la referencia cultural, sino que además se convirtió en una señal de lo que venía a continuación. Fue como si me lo hubiera hecho expresamente para ese momento exacto.
Fuimos tres personas: Ruby, Tony yo. Nosotras para tatuarnos y el chaval porque quería conocer en persona a Alvar y a Macu, los admiraba y le prometí que le llevaría, así que lo hicimos. Lo que ocurrió aquel día sucedió de camino a casa. Fue el preludio de todo, el principio de la tragedia.
Al volver, la GC nos paró en un control de carretera, supuestamente rutinario. Conducía yo porque Ruby estaba cansada y porque acordamos que lo llevaría a la vuelta para turnarnos. Bajamos la ventanilla y el agente nos pidió la documentación. Nos preguntó si teníamos antecedentes cuando les dimos los carnets y contestamos que no.
«¿Seguro?», insistió.
«Estamos limpios, agente», dijo mi amiga con ese tonillo forzado medio falso que me hizo intuir que se avecinaba tormenta. No sería capaz… lista no es, pero tan pava no me la imaginaba.
El agente fue leyendo los documentos de identidad uno por uno y el compañero le iba relatando.
«Tony»
«Normal»
«Mi nombre», el agente no dijo nada, sólo le miró. No nos dimos cuenta entonces, pero ahora sé que en aquel momento ya estaba marcada.
«Ruby»
«Antecedentes por robo», ¿a quién se le ocurre mentir a un tío que puede ver tu expediente al momento? Ay, Ruby… la que lió el pollito, ella sola en un segundito. ¡Y sin ayuda de nadie, oye!
Mi amiga se puso hecha un bicho a dar voces indignada porque según ella eso no tenía que estar en la ficha. Recuerdo la frase exacta «eso está prescrito y tú no tenías por qué verlo». Claro, se armó el lío. Yo marcada sin saberlo y la otra bocazas que no sabe que no se grita a los guardias. Y menos cuando te cazan una trola.
El agente metió la cabeza dentro del coche y empezó el circo.
«Huele a porros, ¿quién lleva porros encima?»
Nadie. Nunca. ¿Por qué íbamos a llevar nada encima? Pensé que quizá los otros dos podían llevar algo, son del rollo, no está bien, pero no te suelen montar un Cristo por un mai o dos, aunque te multen. Pero nadie llevaba nada. Bajaron al muchacho y lo registraron todo lo legalmente posible porque según ellos el olor venía de atrás. Pero era imposible. No pasaba nada, estábamos tranquilos, nos registrarían, verían que no llevábamos nada y nos dejarían seguir el camino. No se nos ocurrió que se fueran a poner modo berserker. Pues como cuando me quemaron los coches, ¿cómo iba yo a pensar que a nadie se le podía ir tanto la pelota en un país lleno de vagos? No se mueven para trabajar ¿y se lo curran para algo así? Joder, cuánto talento desperdiciado. Qué creatividad.
Bajaron a mi amiga y la hicieron vaciarse los bolsillos, quitarse las zapatillas, lo clásico. Mientras tanto, el agente empeñado en que dentro del coche olía a porros me exigió que mantuviera las manos en el volante y se empeñó en registrar con ahínco el vehículo.
“¿De quién es el coche?”, empezamos en plan borde… fiuf.
“De mi amiga”, sin más y con naturalidad.
“¿Y por qué conduces tú?”, como si fuera ilegal.
“Porque puedo, ¿qué problema tienes?”, sin entender a qué venía el mal rollo gratuito.
“Las manos en el volante y no te muevas”, tono autoritario innecesario.
“Como quieras”, cooperando de buenas, manos al volante y quietecita como una niña buena.
Y de pronto el bombazo:
«Huele a polen y del bueno, ¿dónde lo llevas?», me inquirió con mal carácter.
«No llevo», le dije tranquilamente.
«Sácalo, que si lo sacas tú va a ser mejor que si te lo encuentro yo. Porque sé que llevas polen y como lo encuentre vas a tener un problema», como dice mi madre, yo no decía nada, pero mi expresión lo decía todo. ¿De qué coño iba yo a tener polen encima?
«Te digo que no tengo»
«Dime dónde está, que sé que lo tenéis porque lo estoy oliendo», suspiré resignada y me armé de paciencia.
«Que no tengo… ¿de dónde coño quieres que me saque algo que no tengo?»
«A que lo encuentro», tono retador desafiante.
«A que no hay y te estás equivocando», me dio por vacilar, cuando sé que tengo razón me puede el ego. Sé que mi madre ahora mismo me está mirando mal.
«¿Me estás diciendo que mi olfato me engaña?»
«No sé cómo irás de olfato, pero te estoy diciendo que no llevamos nada encima y que te estás equivocando», tono neutro, casi cordial. Perdiendo la paciencia sin que se notara… no, mentira, ya se me notaba que no tenía sentido la situación y que me estaban tocando la setilla, y no como a mí me gusta precisamente. Estaba flipando.
«Como te encuentre la placa…»
«Como encuentres una placa nos la partimos a medias y quedamos en paz», me había hartado.
El tío se rebotó y registró el coche con mucho empeño. Yo, que no llevaba bolso, tenía la cartera encima del salpicadero. El tío la cogió, la abrió y preguntó.
“¿De quién es esto?”
“Mío, está ahí el carnet de conducir, ¿no sabes leer?”
“Dame tu bolso”
“No tengo bolso, ¿no ves que tengo la cartera ahí tirada en el salpicadero?”
“¿Y por qué no llevas bolso?”
“Porque no me da la gana”, increíble… ¿en serio? ¿intentaban intimidarme? ¿a mí? ¿sabiendo yo que no he hecho nada? Vaya tela.
“¿Y de quién es este bolso?”
“De mi amiga, tiene la documentación dentro, compruébalo”
Lo registró con mala leche, evidentemente mosqueado y cabreado porque se había equivocado. Qué curioso lo de los guardias, ¿eh? Siempre que se equivocan, en lugar de rectificar, acaban buscando motivos para culparte de algo, como si fuera culpa mía que la gente se invente bolas y que ellos se las traguen. Nah… no se puede ser inocente en España, una vez que se empeñan en que tiene que ser una cosa, no te dejan en paz hasta que acaban encontrando el modo de acusarte, aunque no tenga relación ni sentido. Empiezo a preguntarme si no será cierta esa leyenda de que pueden incluso ponerte las pruebas encima sólo para incriminarte con tal de tener razón. ¿Será cierto eso? Qué decepcionante.
Obviamente, el hombre no encontró nada porque, como dice el refrán: de donde no hay no se saca. Finalmente, la emprendió con el llavero de mi amiga, que llevaba una navaja ridículamente pequeña camuflada entre las llaves.
“¿Y esto de quién es?”
“Pues será de la chavala”
“¿No es tuyo?”
“Pero ¿no te he dicho que no llevo bolso, que está mi cartera en el salpicadero y que ese bolso es de mi amiga?”, me tragué el melón que se me iba a escapar por no liarla.
“¿Y la navaja?”
“Yo qué sé, tío, la sacó el día que fuimos a setas y a la muchacha se le habrá olvidado dejarla en casa, ¿a mí qué me cuentas? Lo mismo ni sabe que la lleva”, para matar gilipollas, no te jode… pensaba yo flipando con el colega. Me lo habían contado, pero nunca lo había vivido y reconozco que no daba crédito al asunto, ¿era real? ¿dónde estaba la cámara oculta? Menuda parodia.
El agente preguntó a la susodicha y a ella sólo se le ocurrió decir a voces que era de su padre y que la llevaba siempre por si la necesitaba, y cito textualmente, «en defensa propia», así, tan convencida. Facepalm, pero para mis adentros, que las manos las tenía pegaditas al volante. Por fuera poker face total pa por si. Defenderse con eso ¿de qué, un ataque masivo de liliputienses? Qué pocas luces, antecedentes por robo, el tío buscando indicios de narcotráfico y a la colega sólo se le ocurre ponerse hecha un bicho y decir que lleva una navaja con intención de usarla. A tomar por saco. Muy lista, mi amiga, no fue… no. Para cuando se acordó de las setas obviamente ya no colaba. Disaster.
Mientras uno de los guardias le explicaba que tenía que requisar la navaja y notificar su posesión y que aunque la atacaran no podría defenderse con eso y que se pusiera como se pusiera en España no se pueden llevar armas blancas ni grandes ni chicas ni de ningún tamaño a mano con intención de usarlas… el otro me hizo bajar del coche.
Eh… un break: ¿la navaja no servía para nada pero aún así se la requisaron para declararla? ¿hola? Ni por escuchar la explicación.
Me registró las zapatillas y me miró de arriba abajo. En todo momento mantuve las manos a la vista y me moví con calma, no fuera a ser que cualquier movimiento brusco pudiera ser malinterpretado, que estaban todos muy nerviosos y no me van las reactividades.
“Sácate los bolsillos de los pantalones”, me exigió. Icono de ceja arriba, what the fuck?
Y ya estaba ridículamente cabreada con la gilipollez aguda y el absurdo generalizado. No pude por menos, me levanté la camiseta hasta el sujetador y le mostré la ropa.
“¿Pero tú no ves que llevo leggins y que no tienen bolsillos, mendrugo?”, ahí ya no pude por menos, se pasaba de surrealista. Lo siento, mamá, ya me conoces.
“Ahí se pueden esconder muchas cosas”, el colmo.
“A tomar por culo…”, me saqué el sujetador sin quitarme la camiseta y me puse a pegar saltos descalza, manos arriba y sacudiendo el sujetador como una banderola a la vista de todo el mundo para que pudieran corroborar que no tenía nada encima, “¿Te vale así? Porque si quieres te firmo una autorización con mi nombre, apellidos y DNI para que me hagas un registro integral, que con la cantidad de tiempo que llevo sin echar un polvo igual el meneo me va bien y para un rato no estás mal”, no lo estaba, no.
Y ahí le cambió la cara. Por fin se daba cuenta de que se había equivocado y de que se pusiera como se pusiera, no llevábamos nada. Ni ese día, ni ningún otro.
“No hace falta”, reculó poco convencido.
“No, en serio, trae papel y boli que te doy mi autorización, me registras del todo y me dejas en paz. Prefiero desnudarme y que me sobes un rato a que me des la paliza… dame tus datos”, insistí.
“No, no… no podemos hacer eso”
No, claro que no. Sería abuso de autoridad porque podría alegar coacción y seríamos tres contra uno. ¿De qué coño iba?
“Pues vamos al cuartel y llamas a una tía que me registre y te quedas a gusto”
“No, no… no es necesario… me habré equivocado”, pánico o sorpresa o shock, yo qué sé.
Nos dejaron vestirnos y a mi amiga le cayó un multaco de seiscientos bolos por bocazas. Montó un dramón en su casa y al final se lo pagó su madre, trescientos pelotazos por pronto pago, mami-transferencia express. Pero se quedó con la tenencia de arma blanca junto con el allanamiento de morada y robo en la lista de antecedentes. Ella cuenta que todo fue por mi culpa, pero no cuenta que lo primero que me gritó indignada cuando estuvimos solas fue:
“¿Y por qué cojones me la quitan y me ponen una multa si normalmente te dan una amonestación y te mandan a casa con un aviso?”
“¿Porque tienes treinta años y has dicho que la llevas para usarla?” lol? Y juro que estas dos frases son verídicas.
La cosa es que íbamos en el coche muy callados los tres, sin decir nada, de vuelta a casa, con la sensación de que todo había sido raro, raro, raro… Entonces los miré y les dije:
“¿Sabéis qué os digo? Que yippee ki yay, hijos de puta”, nos partimos de risa.
Esa tarde no me enteré de qué iba la vaina, sólo fue anecdótico y con el tiempo se contaron muchas leyendas. Jamás se me habría ocurrido que iba a pasar todo lo que está pasando, no tengo tanta imaginación y la verdad es que la realidad está sobrepasando los límites de mi ficción, por eso lo de publicar los dos libros juntos, siento que el primero se me queda flojo. Me enteraría del rollo mucho más tarde, una noche que tuve que poner una denuncia por calumnias y no me la quisieron tramitar por considerarla inútil, lo de siempre… pero esa es otra historia.
Después de aquello hubo muchos más. Me han dado la vuelta a los coches y a los bolsos un sinfín de veces. Pero tal y como he escrito y tal y como he afirmado y me reafirmo en ello: no se puede encontrar lo que no existe. Simplemente, se inventaron un bulo, lo hicieron correr y por alguna razón quisieron que fuera verdad hasta el punto de estar sometida a un nivel de acoso que raya en lo ridículamente absurdo y de legalidad dudosa. ¿Cuántos años llevamos así? ¿No os dais por vencidos sólo porque la gente habla? Habla, por cierto, gente con la que no me relaciono y que todavía se atreven a demandarme por contar todo esto en un blog que no deberían haber encontrado tan fácilmente… pero esa historia ya la conocéis.
Más tarde me tatué la peineta en la nuca para reafirmarme, también obra del genuino Alvar Mena, ¡crack!. Por las buenas o por las malas, no es cierto. Y si no me protegen como víctima, si no puedo poner denuncias por acoso y por los daños que me hacen, la presión a la que me someten y todo lo que estoy soportando, tampoco voy a permitir que me traten como la delincuente que no soy. ¿Hubiera sido más fácil si fuera verdad y os pudierais quitar el problema de encima? Pues, lo siento, va a ser que no. No es justo. Merezco ser atendida, defendida y protegida y merezco ser tratada y respetada como los demás ciudadanos, pese a quien pese. Tengo los mismos derechos, aunque no os guste.
Arte, Ecoturismo y Desarrollo Rural Sostenible
Cultura, turismo y patrimonio histórico en Sierrade Francia y provincia de Salamanca
Creaciones
Un lugar donde sacar cómo nos sentimos y desahogarnos un poquito
"El umbral de tus sueños. Y si insistes, de tus sombras también"
Blog de relatos cortos y poesía.
Escribir es una parte distintiva de mi ser. Siempre acudo a la escritura para salir de la realidad y también para entrar y profundizar en ella. Escribiendo analizo y entiendo mejor la vida y sus persona-jes. Escribiendo me suelto, y recuerdo y fijo las memorias. Por primera vez me decido a mostrar lo que escribo: ideas, historias que tejo, que la gente me deja en su tránsito, o me hace imaginar con su actos o palabras, cosas que recuerdo a medias o apenas intuyo, invenciones, literatura procesada, escenas vividas y soñadas, recuentos de dolor y exilio, de abandono y pérdida, de mucho amor mezclado con todo lo anterior. Ojalá me encuentren, se encuentren un poco, disfruten y estos textos los hagan pensar y sensibilizarse. Gracias por leer-me.
Blog di fotografia: news, fotografia artistica, maestri della fotografia, tecnica fotografica, fotocamere, tutorial Photoshop, corso di fotografia gratuito
Recopilación de las más interesantes imágenes educativas
En ROLLORCA S.L, ofrecemos una gama completa de servicios de reformas y diseño de interiores para satisfacer todas tus necesidades. Ya sea que estés buscando una renovación completa o simplemente quieras rediseñar el interior de tu espacio, estamos aquí para ayudarte. Nos enorgullece ofrecer soluciones personalizadas para cada cliente. No importa el tamaño del proyecto, nos comprometemos a proporcionar un servicio excepcional y a garantizar tu satisfacción. Contáctanos hoy mismo para empezar a transformar tu espacio.
De todo un poco
¡Dream Big Miga!
Lo que dice la gente: