El cluedo de la Gasolinera: mentiras que cuestan dinero a los contribuyentes y negocios ilegales

¿Recordais el famoso juego del Cluedo? Yo nunca llegué a jugar… hasta hace poco. Os cuento de qué iba la partida y cómo se desarrolló el caso.

RESUELVE EL MISTERIO: ¿Quién miente en los sucesos acontecidos en los últimos meses con mis cartas certificadas y el desalojo ilegal del colega que me acogió en su casa?

SOSPECHOSOS:

=> La Guardia Civil de La Alberca

=> La GC de Béjar

=> SEPRONA

=> El propietario de la Gasolinera

=> Los hijos del propietario

=> Mi colega

Para resolver la partida hay que ir destapando las cartas y revelando los fascinantes secretos que esconden los personajes de dicho juego y sus historias.

DESCUBRAMOS LOS SECRETOS DE LAS CARTAS DEL JUEGO

El contexto de la historia comienza la noche en la que mi acosador decide meterse con su furgoneta en mi calle sin salida, obviamente, para saber si estoy o no estoy allí. Ese día yo me encontraba en mi furgo escondida y lo único que se me ocurrió para defenderme fue arrancar el coche… no olvidaré jamás la prisa que se dio en salir de allí a toda castaña.

Poco después, mi colega vino a buscarme y me alojó en su casa. Había pedido permiso al propietario del alquiler y estuvo de acuerdo en que no había ningún problema en que me alojara allí un tiempo por motivos de seguridad. Así que, con la ayuda de mi colega, cambiamos mi dirección en Correos, en el Médico (para que me hicieran la correspondencia en La Alberca y pudiera seguir con mi tratamiento) y en el departamento de VioGen. Hasta ahí todo iba bien.

Mi acosador apareció por allí un par de veces para asegurarse, sin cortarse un pelo, de que me encontraba allí y aquello fue catastrófico a niveles de salud para mi situación ya de por sí complicada y delicada. Todo esto está en el expediente del departamento de VioGen.

La noche en que el Cabo Melón y Campanilla la Polinesia me quisieron acosar en mi pueblo, llevaba la grabadora funcionando y tenía un testigo escuchando la conversación escondido entre las sombras. Aquella noche les tendí la trampa sobre las vacunas de los perros.

Tal y como escribí posteriormente, cayeron como moscas y me mandaron al SEPRONA a leer los chips. Expliqué la situación y les dio igual. No obstante, llamé al departamento de VioGen y al día siguiente recibí instrucciones del mismísimo SEPRONA para poder recurrir las multas cuando llegase la carta.

El 1 de febrero pasó lo que pasó y tuve que solicitar el cambio de medicación a mi médico correspondiente, que todavía estaba en La Alberca. Además de cambiarme la medicación, me pidieron cita para varios análisis necesarios y para que me vieran médicos especialistas. Los análisis me los hicieron… pero los resultados nunca llegaron. Ni las cartas certificadas ni las citas médicas.

De buenas a primeras, mi colega me mandó este mensaje de WhatsApp una tarde que andaba atendiendo a los perros en mi pueblo con ayuda de mi Broth:

Así que los Picoletos habían hablado con el propietario de la Gasolinera y el propietario amenazaba con echar a mi colega si yo seguía allí. Esto ocurrió después del post que escribí burlándome de ellos a causa de la multa recurrible, ¿alguien más cree que tuvo relación? Tenía entendido que no leéis mi blog.

Obviamente, llamé al departamento de VioGen para que se informaran de los hechos tal y como me los habían contado y la respuesta que recibí es que La Alberca negaba categóricamente haber hablado con el propietario de la Gasolinera sobre mí. A ellos les sonaba a excusa.

Cuando regresé del famoso viaje a la playa del que La Comandancia de La Alberca no fue informada por motivos más que evidentes, recibí la noticia de que tenía que cambiar mi dirección de correo postal. Lógicamente, contesté que ya lo había hecho, pero no podía hacer nada con las cartas certificadas que ya habían sido enviadas y pedí por favor que me las entregaran porque eran importantes.

Oh, sorpresa. El casero ya las había devuelto todas. Pedí cita con mi médico para que me reenviara los resultados de mis análisis y todas esas cosas, pero me encontré con que en el Centro Médico de La Alberca alguien sin mi consentimiento había cambiado mi dirección postal.

Yo seguía alojada en casa de mi colega, escondíamos el coche pero, como nadie me avisó de nada, las cartas nunca llegaron ni a mi domicilio fiscal (de hecho, en la administración figuran como «ilocalizable») ni al lugar en el que estaba alojada. El cartero del pueblo es amigo personal de confianza y tenía entendido que tenía que haceme llegar las cartas a la Gasolinera. Pero como las habían devuelto, no tenía mi número de teléfono y yo no le había dicho nada, no supo encontrarme. Ahora tiene mi número personal y, aunque sabe que sigo (según Las Instituciones Oficiales) en paradero desconocido, siempre me llama por teléfono para asegurarse de que me llegan las cartas: TODAS.

Tras hablar con el departamento de VioGen y recuperar todas mis citas médicas y la información de las cartas certificadas que se habían perdido con ayuda de Servicios Sociales (gracias, tía, eres imprescindible en este planeta). Volví a escribir a mi colega y esta fue la respuesta:

Lo bueno es que conseguí los informes médicos a tiempo de la citación judicial en los que figura el estado en que me encuentro debido a los acosos a los que me estáis sometiendo. Y cuentan.

Más tarde se presentó el mismo gilipollas del SEPRONA con una supuesta denuncia como excusa para leer el chip a los perros. Y digo que es gilipollas porque lo que no se esperaba era encontrarse con un testigo, la trabajadora de servicios sociales y al menos tres grabadoras que contienen la conversación completa desde que nos encontramos en el patio de mi casa y pedí tranquilamente que esperasen a la trabajadora social (mi heroína) hasta que se marchó de allí, incluyendo las amenazas de acusarme de delito grave por negarme a cumplir sus órdenes (que tampoco me dejaron ver, por cierto).

En ningún momento me negué, caballeros, y toda esa conversación está grabada y guardada en un disco duro al que no podéis acceder.

Poco después ocurrió lo de Irene y ese mismo día me machaqué los dedos del pie con un pedrusco. Como estaba en mi casa, llamé a urgencias a Miranda y a mi broth para que me hicieran un parte de radiografía por si acaso (y casi tengo que pedir perdón por no haberme muerto yo también, pero que conste que en Salamanca me dijeron que había hecho bien y que casi me quedo sin dedos).

Estando allí todo el mundo, apareció la Polinesia subidita de ego. Salté a la pata coja y encendí la grabadora del teléfono. Venían a traerme una citación:

¡Anda!, exclamé emocionada, La de los perros, a ver quién ha sido, les dije extendiendo el brazo con ilusión.

No, dijeron ellos muy secamente al ver el móvil en mi mano, es una citacion judicial para el peritaje psicológico.

Justo a tiempo y con toda la documentación pertinente en mi poder. Me entregaron la citación para que la firmara y de muy mal humor, la señora Campanilla dio una soberbia media vuelta que hizo que su voluptuosa coleta reglamentaria le golpeara en la cara. Montaron en el coche patrulla y salieron de allí cagando ostias.

Por ahí por abril, el mismo cateto que devolvió mis cartas me vio bajar del coche de mi colega para ir al banco a pedir una documentación. Avisé a mi colega. Poco después le dieron de plazo hasta el 15 de julio para abandonar el piso. ¡Qué cabrones! Resulta que podían echarlo porque ni siquiera tenía contrato llevando allí unos diez años y habiéndoles dejado en B (puesto que no aceptan transferencia bancaria ni bizum) una friolera de 35.000€ aprox. Y encima en temporada alta, sabiendo que tiene contrato fijo y que en verano no hay casas disponibles porque se alquilan todas para el turismo. Y suponemos que también tendrán algo que ver con que todos los pisos disponibles le llamen para echar atrás los contratos legales de alquiler. Eso, queridos amigos, sí que son difamaciones y calumnias según la ley.

Mi compa podía haber ejercido su derecho legal y legítimo a quedarse allí hasta que encontrara piso nuevo dado que el alquiler es ilegal y según la ley no te pueden echar de la noche a la mañana. Pero decidió no montar un drama por motivos personales (y eso que le planté toda la legislacion vigente al respecto y lo estudiamos juntos). Lo mejor fue la semana pasada, cuando le llamaron para incumplir las condiciones del acuerdo de desalojo y decirle que tenía que dejar el piso el pasado domingo (ayer, vaya), es decir, quince días antes de lo acordado. Esa conversación también la tengo grabada (es lo que tiene el manos libres del coche y tener dedos rápidos). Me pregunto qué pensarán la Agencia Tributaria o Hacienda si cruzamos los datos catastrales de la propiedad de estos señores con los pisos en alquiler en negro que no están declarados. Esa es mucha pasta en B, ¿o quizá no? Lo sabeis mejor que yo las gentes que vivís del turismo (guiño, guiño).

¿Qué pasó con el peritaje psicosocial y con los perros?

Servicios Sociales consiguió las ayudas para vacunar a los animales y recurrimos las multas (caso archivado). La primera, gracias al entuerto provocado entre la GC y el imprudente que devolvió mis cartas se pagará con el dinero de los contribuyentes, es decir, con los impuestos de vuestras nóminas asalariadas. Mola, ¿verdad?

Y, por supuesto, en el peritaje judicial informé de todo esto como consecuencia de las difamaciones que mi acosador ha propagado sobre mí, incluyendo los informes médicos.

Por cierto, mientras se publica esta entrada me están llegando pruebas del acoso que la Guardia Civil ha estado ejerciendo sobre el dueño de la casa en las que se afirma que han estado pidiendo con presuntas órdenes judiciales las grabaciones de las cámaras de la Gasolinera (que se supone que no graban según me han contado) y registrar los desvanes de la casa diciendo auténticas barbaridades sobre mi persona, ¿por qué no registraron la casa si tenían tanto interés? Porque sin pruebas no hay orden… eso es un bulo que os habéis inventado a ver si colaba.

Y ahora os pregunto: ¿habéis encontrado lo que estábais buscando o habéis tenido que daros con un canto en los dientes? Sois más ingenuos de lo que yo esperaba.

Aten sus cabos (o a los cabos), porque la historia continúa.

PD: no vais a encontrar esas grabaciones en mi teléfono, están en un lugar seguro y serán publicadas en todos los medios automáticamente si a mí me pasa cualquier cosa. Una chica previsora, en esta sierra, vale por mil.

Fotografía de portada de @ahmoran_art