Cierra un Año y Abre Nuevas Perspectivas

Aquí estamos… el último post del año. No es tan fácil tener ideas todas las semanas sin ayuda de una IA, ¿eh? La idea del año que viene sigue siendo esa: seguir escribiendo. ¿Qué otra cosa iba a hacer?

Madre mía, si miro atrás, casi parece que ha pasado un siglo desde el primer post y casi tengo la sensación de que todo lo que ha pasado desde entonces hasta ahora abarca mil vidas diferentes. Y, sin embargo, por aquí la gente sigue estancada haciendo lo mismo que hacían desde que yo les empecé a conocer. Es como si el tiempo pasara para unos y se hubiera parado para otros.

Escuché en alguna parte que la percepción del tiempo no es real, que cada persona tiene la sensación de que el tiempo pasa deprisa o despacio en función de las cosas que hace en el fragmento de tiempo. Dicen que las personas que hacemos muchas cosas tenemos la sensación de que hemos vivido mucho y de que el tiempo ha pasado deprisa. Al contrario, las personas que hacen siempre lo mismo tienen la sensación de que el tiempo no pasa, de que no han vivido.

También leí en alguna parte que las conexiones sinápticas del cerebro tienden a deteriorarse y apagarse cuando dejas de usarlas. Es decir, que si te estancas en una rutina estable y todos los días de tu vida haces lo mismo durante veinte o treinta o cuarenta años, muchas de las conexiones sinápticas desarrolladas durante la etapa de aprendizaje desaparecen porque el cerebro no las usa, lo que acaba dando lugar al deterioro cognitivo de toda esa parte de tu cerebro que has dejado de usar… las neuronas, por lo visto, son como los núcleos urbanos: si construyes una autovía directa entre dos ciudades grandes, la carretera nacional que conectaba los pequeños pueblos entre medias desaparece, extinguiendo los pueblos.

Estos días tan festivos, cumpliendo con mi propósito de año nuevo por adelantado, me he visto obligada a mezclarme un poco más con la escasa vida que habita el lugar en el que vivo. La experiencia no ha dejado de sorprenderme. Yo sé que las comparaciones son odiosas… pero una no puede por menos que observar el paisaje y comparar y preguntarse, ¿qué ha pasado? Bueno, para empezar, este año ni siquiera se han molestado en poner decoración de Navidad.

Miento, han puesto el letrero de «felices fiestas» de todos los años un poco de aquella manera, delante de la tienda de siempre. Por lo demás… nada. Supongo que el hecho de que cerraran el edificio en el que la gente se reunía a preparar esas cosas, motivado por el tedio de las asociaciones que no funcionan (habiéndose tragado con ellas el dinero de lxs socixs) ha generado descontento general. También he visto desde casa, en algún momento, a la mujer que se dedicaba un poco a creer que organizaba esas cosas tupiendo a voces a su ex pareja en un lugar público (para que me haya enterado yo… imagina las voces que tuvo que darle al pobre hombre), así que imagino que tampoco estarían de humor.

La escena más obtusa y difícil de digerir ha sido la ver una comitiva formada por varios hombres con un alcalde con bisón (mucho más caro, sí, pero igualmente cantoso) a la cabeza y otros elementos de los que no voy a dar detalles, más allá, de la imagen esperpéntica que ofrecían con su carita de no soportar más fiestas y estar ahí por estar, porque «hay que hacerlo», todos desfilando en procesión por las calles vacías de un pueblo semiabandonado. Eso sí, coreados por dos o tres señoras de más de sesenta años ataviadas con abrigos de piel de los años veinte y maquilladas como antaño, que vitoreaban y aplaudían como si fuera aquello una gran cabalgata mágica.

Cuando pregunté, me dijeron que por lo visto era una tradición que llaman «petitorio» y que salían los casados a pedir dinero por las calles, imagino que para la iglesia. Vaya escena… un alcalde saliendo a pedir en tiempos de no dar por las calles de un pueblo cuyos escasos habitantes tienen que andar compatibilizando pensiones y medias jornadas con subsidios de servicios sociales. Uf… durito.

Supongo que eso es lo que hay, se están volviendo hiper surrealistas. Ahora se están llenando la boca diciendo que el Ayuntamiento está dando dinero a esa u otra cosa y sacando proyectos por doquier. Pero lo que no dicen es que el Ayuntamiento no tiene dinero y que el dinero que dicen que tienen viene de subvenciones que se dan desde fuera para fines muy concretos. Tenemos un parque cuidad y tendremos una ermita restaurada y probablemente una plaza mayor con un pavimento estupendo cuando hagan la reforma. Pero siguen sin fijar población activa, siguen sin existir empleos y siguen sin hacer nada que repercuta realmente en los habitantes de la zona. El descontento crece, pero actualmente no votamos los habitantes, votan los turistas.

Eso sí. No ha venido Papá Noel ni vendrán los Reyes Magos, pero lo que sí que se ve es mucho movimiento de camellos por la zona. Consejo: no andéis pasando por mi calle dando tanto el cante, señores, y si lo hacéis no os paréis a mis pies. Ayer, sacando a los perros, un ford gris que venía haciendo ruta desde el pueblo en el que hacemos los talleres de patrimonio (no se si vendría de más allá), entró por el parque y paró a mis pies. Yo no sabía ni quién era ni me importaba, me importaba que pasara sin atropellar a los perros, así que recogí las correas y esperé. Pero no pasó, se quedó ahí, mirándome y sólo acerté a verle la mandíbula bailando de lado a lado chocando la barbilla contra las orejas. Si no era camello, era consumidor o puede que las dos cosas.

Finalmente, el coche pasó y avancé con el paseo. Pero no pasaron ni veinte minutos, que es lo que tardo en escurrir a los perros y volver a casa (ya los paseo largo después), que iba de vuelta a casa y el mismo coche hizo la misma operación en sentido contrario… y volvió a pararse a mi lado. Volví a esperar para arrancar con los perros, me miró de arriba abajo y se marchó apretando el acelerador en dirección al siguiente pueblo.

Y sí, ahora ya sé qué coche es y sé quién era esa persona. Un ser que me pidió expresamente que borrara su número de teléfono de mi agenda, que vive en el siguiente pueblo y que deja el coche estratégicamente aparcado con salida a la ruta directa entre Ciudad Rodrigo y la Sierra de Francia y que se mueve con otras cuatro furgonetas específicas que abarcan más consumo que capital. En fin, no son mi problema. La GC sabrá lo que alimenta y mantiene en la sierra. Pero la decadencia es cada vez más evidente.

Y como no puede ser de otra manera, las noticias van circulando y poco a poco la gente empieza a sorprenderse de volver a verme. Algunos creen que he vuelto, otros no saben exactamente que creer y más de uno y más de dos acabará viviendo a ver si es verdad que estoy viva y que estoy aquí. De modo que entiendo que mi plan empieza a surtir efecto. Todo es cuestión de tiempo.

Sé que la gente especula a medida que me ven en según qué sitios y a medida que mi nombre vuelve a correr de boca en boca. Y lo sé por una razón muy sencilla: mis tres o cuatro personas de confianza me hacen preguntas muy específicas. Evidentemente, no doy información, simplemente sonrío y digo «eso dicen». Ni confirmo ni desmiento. Si quieren saber cosas de mí, lo van a tener muy complicado, la experiencia de estos años me ha enseñado a ser mucho más individualista, más independiente, más celosa con mi propia vida privada (si cabe) que antes. Hay que saber tener clase para esas cosas.

Quien quiera saber, que investigue. Os deseo un muy próspero Año 2026, estoy deseando empezar a vivirlo para escribir todos los cientos de post que pretendo escribir el próximo año.

Portaos bien, haced lo que os plazca y disfrutad… que la vida son dos días!! Nos vemos en enero.