Cherryland: la iluminación

Lo peor de no tener dinero es perder lo poco que tienes justo antes de poder empezar a soñar en gastártelo…

Mis esfuerzos por opositar a una vida mejor han muerto, al fin. La web… digamos que me retiro, abandono, lo dejo. Estoy cansada de trabajar para otras personas y que todo el mundo me de la misma respuesta:

Eres demasiado joven, a ti no te hace falta el dinero.

Oficialmente, me declaro «demasiado joven» como para estar rodeada de personas deprimidas, empresarios acabados, gente asustada y yonkis. El que quiera drogarse, que lo haga, el que quiera creer que es el fin del mundo que lo haga y la próxima persona que esté demasiado deprimida como para salir adelante, que se suicide.

Sí, vale… soy joven. Pero no tanto. Que ya tengo casi 27 años o.O!!

La primera vez que intenté dedicarme al mundo freelance tuve que pasarme un mes de vendimia que resultó en dejarme sin dinero. Mis «clientes» web todavía me deben más de 1.500€ y, para una persona pobre y humilde como yo, eso es más de cuatro meses de alquiler… Así que, arruinada again (ya acostumbrada a perder) me volví al pueblo y me busqué un curro de jornalera en la campaña de la cereza.

Tampoco me pagaron. Otra vez la misma excusa: «no te hace falta el dinero«.

¿De dónde demonios saca la gente esa idea? Vale, aquí no tengo que pagar el alquiler porque la casa pertenece a mi familia, pero… la luz, el agua, el gas, la comida, la gasolina… ¿con qué se piensan que los pago? ¿Por qué todo el mundo cree que vivo del aire? Me enfadé. Mucho.

Así que, dejé el jornal y me dediqué a hablar con propietarios. El resultado fue que un amigo y yo nos pusimos codo a codo y reunimos unos cuantos cerezos que iban a quedar abandonados y nos dedicamos a coger cerezas por nuestra cuenta. Cuando íbamos a pesar, él porque trabajaba pesando (y fue quien reunió a los contactos) y yo porque iba de recolectora, los demás jornaleros, agricultores y recolectores fliparon.

La verdad es que ha sido una experiencia maravillosa. Casi me rompo una mano, un día que me caí de una rama por hacer el capullo, pero fui igual con escayola y todo y no me corté un pelo… cogimos cerezas hasta el último día y todos dijeron que era muy valiente. Supongo que me gané la admiración de algunos jornaleros.

Entre tanto… los días de lluvia que no podíamos coger cerezas, empecé a hacer vino, a sembrar semilleros y a preguntar a la gente sobre asuntos, recetas, conservación, plantas, cultivos…

Tengo 26 años. Soy publicitaria, comunicadora, diseñadora y desarrolladora web. Vivo en Sequeros, un pueblo de la Sierra de Francia (Salamanca). Y me siento orgullosa de poder decir que soy la primera mujer de mi edad y mi generación que ha cambiado el ordenador por un campo de cultivo.

Cuando acabamos las cerezas me puse manos a la obra a arreglar la casa del pueblo y acondicionarla para el invierno. Aun me quedan algunas chapuzas… pero no voy a volver a pasar el frío que pasé el año pasado. También arreglé el jardín de la casa para poder cultivar plantas aromáticas y medicinales con el objetivo de fabricar perfumes, esencias y algunos productos de cosmética natural que he aprendido a hacer este verano en mis ratitos libres. Y hoy, por fin, empiezo a limpiar mi huerto y a preparar los cultivos de invierno.

Sobre el mundo web: no pienso volver a trabajar para otras personas. Ahora voy a dedicarme a mí misma… voy a compaginar desarrollo de videojuegos (por fin puedo pagármelo) con mi vida rural y en cuanto tenga internet en casa (creo que vienen el 5 de Agosto) me dedicaré a sacar a adelante todos los proyectos personales que siempre quise hacer en la red y que nunca pude hacer porque perdí mucho tiempo viviendo para personas a quienes no les importé jamás.

Respecto al verano… dejad que pase. Ha habido de todo: cerezas, accidentes, sexo, drogas, rock&roll… pero os lo cuento cuando tenga internet en casa. Como decía un amigo con quien me acosté el último día de cerezas:

«El invierno es muy largo, frío, oscuro… y aburrido».