Y empieza la campaña de Navidad

Qué queréis que os diga al respecto. La Navidad como época festiva tiene su gracia, como festividad cultural también es una época curiosa, en cuanto a lo especial del clima, la temperatura y las cosas que suceden en los entornos naturales… mola mucho. A mí personalmente me gusta.

Pero todos sabemos que en las sociedades modernas la Navidad ya no es una época del año en la que pasan cosas en la naturaleza y mucho menos un hito cultural o religioso. Ya en occidente el nacimiento del niño Jesús con el que nos han dado la tabarra toda nuestra infancia se ha olvidado. Los coles ya no hacen belenes ni disfrazan a los niños de pastores porque la tendencia social es que la diversificación religiosa haga la Navidad injusta para las minorías y complicada para los centros educativos a los que les han recortado el presupuesto en educación… ¡como para ampliar el calendario de eventos festivos con Hanukkah, Yule u otros!

Dicen que la crisis se ha cargado el espíritu festivo de la gente.

Uhm. Es una posibilidad, pero no estoy de acuerdo con esa hipótesis.

La crisis económica se cargó la posibilidad de comprar regalos de 500€ y de cenar grandes banquetes con champagne del caro. Eso sí es cierto. Pero se suponía que la Navidad era una época del año en la que lo importante era estar con la familia y los amigos, en un techo más o menos calentito y llevándonos bien los unos con los otros. No sentados alrededor de una mesa mandándonos Whatsapps y perdiéndonos la cena.

Puede que la crisis combinada con la preocupación del medioambiente haya hecho menos atractivas las ciudades con eso de que no hay que derrochar luz eléctrica pagada por los ciudadanos que no pueden pagar sus alquileres y por eso de que no hay que derrochar productos temporales que acabarán en la basura, sino que hay que utilizar reciclados y esas cosas. Vale, eso es posible, pero es porque no tenemos imaginación suficiente para poner bonita una calle. No es falta de presupuesto, es falta de creatividad.

Pero lo que realmente se ha cargado la Navidad son las ofertas de las grandes corporativas y el consumismo instado por las multinacionales y nuestro sistema económica actual.

Antes te pasabas todo el año ahorrando para poder comprar a tus seres más queridos ese regalo que sabías que era súper especial. A veces tenías que ahorrar más dinero, otras veces tenías que ahorrar menos, incluso a veces lo encontrabas por casualidad y no tenías que gastarte un duro o podías hacerlo con tus propias manos. Los regalos se guardaban y se usaban toda la vida o pasaban años en un lugar especial en una estantería y todas las Navidades estaban presentes, si no físicamente, al menos en el recuerdo, porque todos nos hemos puesto ese jersey especial, o hemos guardado con amor y cariño ese juguete que siempre quisimos, nos regalaron una vez y ya somos demasiado mayores para jugar con él.

Las madres de antes tienen repisas llenas con ceniceros, tazas, marcos de fotos y cosas que nosotros, los hijos hacíamos en el cole con todo el cariño del mundo para regalar por estas fechas. Y a los amigos enviábamos postales firmadas por toda la familia.

Ahora ya no. Ahora lo importante es que hay que comprar algo rápido, fácil de encontrar y que no se nos olvide meter el ticket en el paquete de regalo para que lo cambien por si no les gusta. Ya no tenemos que esforzarnos. Vas al Corte Inglés, compras lo primero que se te ocurre por un valor económico más o menos aceptable en función de lo importante que sea esa persona para ti y ala, que lo cambie por algo del mismo valor si no le gusta.

Y si no, te vas al BlackFriday a cualquier sitio y aprovechas los descuentos… que es otra cosa que no comprendo del todo. Vale, hay descuentos y eso está muy bien cuando necesitas alguna cosa importante o tienes claro lo que quieres comprarte. Pero comprar por comprar sólo porque hay descuentos… además, se compra así, a la ligera, sin mirar… porque está al 50%, al 10% ó al 15% rebajado. ¡Ala! Estamos en crisis, nos pasamos todo el año contando los céntimos en el supermercado para hacer la compra y pagando las facturas de luz y de gas con calderilla para llevar bien las cuentas y llega el BlackFriday, que le han puesto el nombre para que te acuerdes y que te lo han anunciado hasta la saciedad, y venga… ¡fiesta! A tomar por culo la sensatez.

Luego lo más gracioso del BlackFriday y de las rebajas y estas cosas es que cuando quieres echar la cuenta te has gastado el doble del presupuesto que tenías destinado a estos eventos. ¿Sabes por qué? Porque te puede el ansia. Lo ves al 50% de descuento y piensas: ‘tiene que ser mío’ y luego a la hora de la verdad es que te vale la mitad de lo que tenías guardado para compras navideñas. Sí, vale, puede que el objeto en cuestión estuviera rebajado realmente, pero si no lo estuviera no lo comprabas y si tenías 200€ para Navidad y el cacharro rebajado vale 100€ y todavía tienes que comprar 15 regalos más… luego que llega la cuesta de enero.

Pero vamos, que no os preocupéis… que tras la cuesta de enero están los créditos bancarios, los Reyes Magos y las rebajas… y empalmemos con San Valentín y Carnaval. Luego ya si eso… nos metemos en la Cruz de Mayo, pero después de Semana Santa, que hay que viajar y salir por ahí de vacaciones de vez en cuando. El problema no es la crisis… es la auténtica falta de sentido común y de pensar las cosas antes de volvernos locos cuando la tele dice palabras mágicas como: ‘ahorra’, ‘descuento’, ‘rebaja’ o ‘crédito sin intereses’, ‘cómodos plazos’…