Oxitocina: amor, sexo… llámalo química

Los 10 mandamientos para ser perfecta.

— Sé humilde. Nunca discutas, deja que el hombre siempre gane.

— Actúa. Susúrrale lo inteligente que es, siempre de una forma muy femenina. Él se reirá, porque sabe que es una actuación, pero se sentirá halagado de todos modos.

— Los hombres tienen el corazón de un niño. Cuando un hombre hace algo bien, no escatimes elogios, pero siempre ignora o excusa sus fallos. Una geisha no le asusta, ni le reta ni le desautoriza, sólo le cuida.

— Los hombres necesitan mimos e indulgencia. Céntrate en el bienestar del hombre, no en el tuyo propio. Si le haces feliz, tú también serás feliz.

— No uses el maquillaje para ser más hermosa, ya eres hermosa, sino para ser más misteriosa, más seductora y para ser lo que quieras ser.

— Sé modesta. Mantener el misterio es más seductor que revelarlo todo, cubrirse resulta más atrayente que mostrar demasiada piel. Deja algo a la imaginación, sé sutil.

— Flirtea. En el mundo de las geishas, el flirteo es un juego y una forma de arte, pero sólo un tonto creería que significa algo.

— “Una mujer inteligente nunca deja que un hombre sepa lo inteligente que es”. Los hombres quieren la compañía femenina para relajarse, no para discutir noticias de economía. Les gusta que el tiempo que pasan con una mujer sea diverso. Un espacio para jugar, fantasear, soñar…

— Sé perfecta. Haz todo con precisión y cuidado, incluso algo tan sencillo como preparar una taza de té.

— Disfruta del sexo. Libre, sin culpa y con una actitud desinhibida.

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Hay muchas drogas mucho más peligrosas que las que salen por la tele, drogas que nosotros mismos segregamos y que nosostros mismos podemos forzar si sabemos cómo hacerlo. Y voy a intentar escribir sobre las más importantes que conozco para articular un poco el resto de la historia del Jardín de las Delicias y mis artes mágicas.

¿Por qué empezar el artículo con los 10 mandamientos para ser perfecta de las geishas? Bueno, no estoy de acuerdo con todas las premisas redactadas, pero sí que es como una aproximación. El secreto del poder de una mujer sobre un hombre no reside en la sumisión, sino en la capacidad que tenemos para crear adicción. ¿A qué? A la oxitocina, que no es más que una hormona que el cuerpo humano segrega en diferentes situaciones y que es capaz de provocar la secreción masiva de otras muchas hormonas provocadoras de grandes efectos sobre el cuerpo humano.

La oxitocina actúa en muchas partes del cerebro y la médula espinal y, en resumidas cuentas, se ocupa del buen humor, de la risa, estimula la circulación del esperma y la contracción de la musculatura pelviana femenina, provoca aumentos de la frecuencia cardíaca, sudoración, aceleración de la respiración… y todo este cóctel hace que el cerebro reaccione segregando endorfinas y otro tipo de sustancias que alivian el dolor y producen una increíble sensación de bienestar.

Así que, en nuestro propio cuerpo, tenemos drogas suficientes para convertirnos en la adicción devota de otra persona. ¿Qué tiene esto que ver con los mandamientos Geisha? Bueno, los japoneses tradicionales algo sabían y es que algunas formas de generar oxitocina en el cuerpo de otra persona son muy similares a las acciones que las Geishas creían que eran las que hacían a una mujer perfecta.

Ellas hablan, en síntesis, de dar cariño de forma incondicional a los hombres. Ser cariñosas, tolerantes y colmarlos de mimos y comprensión no sólo nos hará las cosas más fáciles, en apariencia, sino que segregará oxitocina suficiente en el cuerpo de un hombre para que nos «perdone» todos nuestros pecados y acabe dejándose llevar por nosotras. ¿Hasta dónde? Depende de hasta dónde estemos dispuestas a llegar.

¿Cómo dar un cariño efectivo para convertirte en una droga? Con pequeñas cosas como el contacto físico, no sólo en el sexo, sino a través de abrazos, caricias, achuchones… tocar a otra persona con normalidad en un mundo en el que el contacto físico está plenamente limitado a la cama produce en la actualidad una segregación tal de oxitocina que casi es una garantía. Rozar con el dorso de la mano, con las yemas de los dedos al coger un bolígrafo, mirarle a los ojos y sonreír (con sinceridad, no vale ser falsa, cantea mucho), son pequeños detalles que despiertan el interés de la otra persona.

Hay que tener en cuenta lo que se dice, cuándo se dice y cómo se dice a la otra persona, si estás haciendo un trabajo de adicción, tienes que ser constante y procurar no despistarte ya que, si te equivocas o se te pasa hacer el trabajo un día, puedes correr el riesgo de romper el frágil lazo que estás construyendo y, si lo rompes, no obtendrás éxito a largo plazo. Escuchar lo que tenga que decirte también es importante, porque al comprender sin juzgar ni contrarrestar sus argumentos obtendrás una fuente de poder inmensa, si acaba confiando en ti, te abrirá la puerta de su intimidad y al final serás la guardiana de la llave de todo lo que no sabe nadie. Los cumplidos, los ánimos en sus proyectos y las palabras de consuelo ante sus fracasos son importantes para generar calma y bienestar.

Todo esto no tiene necesariamente nada que ver con la sumisión. Para que parezca real, el efecto de la toxina ha de ser sutil, suave, has de introducirlo poco a poco. Y debes tener en cuenta algo muy importante, y es que tu cuerpo segregará oxitocina al mismo ritmo y al mismo nivel que el suyo, porque todas las acciones que generes para provocar su segregación harán que tú también obtengas tu propia dosis. Es importante que no te vuelvas una adicta de tu propia droga o acabarás convirtiéndote en la víctima de tus propias armas. Esto hace que sea peligroso si caes en manos de un manipulador que no sabe que está siendo hechizado, para él, tú serás la víctima y si te dejas seducir por tu propio juego, acabarás metida en un problema del que te va a costar mucho trabajo zafarte.  Hay que tener la mente muy bien amueblada para poder jugar con estas cosas sin salir perjudicada… o estar muy trastornada. Pero funciona, a día de hoy, el cariño sigue siendo la droga más poderosa del planeta. Al fin y al cabo, el mundo en el que vivimos fomenta precisamente eso: la soledad, el vacío y una profunda sensación de abandono que nos impulsa a buscar la conexión con alguien que ocupe todo ese espacio y nos haga sentir únicos e inigualables.

El problema es que la mayoría de la gente busca a alguien que le necesite para existir. De lo que no nos damos cuenta es de que lo único que necesitamos para existir es saber que no existe ese vacío en nuestro interior. No se trata de que nos quieran o nos amen, no se trata de que nos valoren o nos aprueben. Se trata, única y exclusivamente, de querernos, amarnos, valorarnos y aprobarnos nosotros mismos. Una vez que consigamos ser el centro de nuestro propio universo, será mucho más sencillo establecer vínculos y relaciones satisfactorias con otras personas sin que éstas deriven a un problema de adicción, manipulación, posesión… o al simple desastre.

Recuerda: somos nosotros. No podemos comprender ni aceptar los errores, carencias o defectos de otros, si no somos capaces de aceptar los nuestros.