Sexoadicted: si digo que no, es que no

Viernes noche. Eso, en mi pueblo, equivale a salida (cuando la economía lo permite) y anoche lo permitió. Después de la historia de Efraín, tenía que arreglar las cosas. La historia es que estábamos en el bar nuestro Máster, Gómez y yo, llegó Efraín. Gómez y yo íbamos borrachos… Y lo que la gente no sabe es que cuando Gómez se la agarra tiende a aislarse. Efraín y yo nos encerramos en nuestra conversación, Gómez se marchó y yo caí en los brazos de Efraín.

El Máster llamó a Marco y le contó su versión:

He visto como Acor (me gusta usar mi nombre enano :D) plantaba a su novio y se liaba con el mago… su novio se ha ido celosísimo a casa.

Y Marco, en lugar de preguntar, decidió echarme la bronca como si fuera su novia. Durante el fin de semana no se hablaba de otra cosa: traición, libertinaje. Así que hablé con Efraín y le pregunté cómo lo veía él y confirmó lo que yo sospechaba: no fue nada. Gómez me dijo lo mismo.

Pasé de volver a hablar con Marco unos días. Tiene una extraña obsesión de posesión con mi cuerpo. El lunes se ralló la cabeza y decidió hablar. Así que hablamos. No estuve dispuesta a arreglar nada hasta que él no se dispuso a escucharme. Pero al final pude aclarar las cosas y demostrarle que todo lo que había sido un drama épico para él, para los implicados (Gómez, Efraín y yo) no era más que un chiste de borrachos.

Anoche fuimos al bar del Máster los tres juntos, para que vieran que no había de qué preocuparse. La verdad, lo pasamos genial. Hablé con el Máster, Gómez y Marco hablaron entre ellos, vino también Daniel… bebimos, jugamos al futbolín, les presenté a dos chicas guapísimas para que ligaran (no lo hicieron).

Y luego vino el maldito Flautista. Un tipo calvo, con un ego tremendo, asquerosamente baboso y repugnante que también está obsesionado conmigo. Deben de saberme los pezones a cerveza o algo… porque no me lo explico.

El tío tiene la costumbre de ir directamente a por mí. Viene a darme dos besos, suele aprovechar cuando estoy borracha, y entonces me agarra de la muñeca, del brazo o de la cintura y no me suelta. Siempre me cuenta milongas de su trabajo, sus poemas (porque es poeta, claro) y su música folk. Un día cometí el error de decirle que era interesante.

Además, es de esos que se empeñan en comprarte con cosas. Ayer me dijo que iba a Ortigueira, yo he ido muchos años y no puedo ir este año. Me dijo que si quería algo. Le contesté:

Trufas de marihuana. Si me las traes, te las pago. Pero sólo si me las cobras al precio que las pagué la última vez.

¿Y a cuánto las pagaste?

Si te lo digo ahora, no sabré si intentas timarme.

Después de eso, intentó meterme la lengua hasta la garganta. Le hice la cobra y realicé todo tipo de contorsiones para librarme de él. Le dije que no un millón de veces y al final me puse furiosa. Le golpeé el pecho con las palmas de las manos, le empujé para apartarlo de mí con firmeza y le grité:

¿Qué coño pasa contigo, tío? ¿No me has oído decirte que no? Si te digo que no, es que no y punto.

Al final me soltó y se largó. Podría haberle dicho que mi novio estaba delante (porque estaba delante mirando lo que pasaba), pero lo cierto es que no me gusta que me vean como alguien que necesita protección. Sé que Gómez le habría partido la cara si hubiera sido necesario, pero también sé que antes de que se la partiera él se la habría partido yo. No necesito tener novio para no acostarme con alguien, lo único que necesito es no querer hacerlo.

Es fascinante. Aún a día de hoy, los tíos siempre intentan ganarme, conquistarme, ser merecedores de mis encantos. Compiten entre ellos y se pavonean, buscan sus virtudes y piensan en qué es lo que les hace ganadores del premio. Todavía no se han dado cuenta de que lo único que hace falta para acostarse conmigo es que a mí me apetezca. No necesito que me den nada, ni que me prometan nada, ni que me rescaten… sólo eso: que me apetezca. Es como si no les entrara en la cabeza que la que decide quién entra en mi cuerpo soy yo. Como si ellos pudieran decidir qué virtudes, rasgos o características configuran al hombre apropiado para pernoctar en mis aposentos. Cuánta ignorancia.