Reflexiones mañaneras de oficina

Las cosas que queremos que no tenemos y las cosas que tenemos que desconocemos.

Es curioso contemplar cómo gira el mundo y reflexionar de cuando en cuando sobre ello. Esa es una de mis pasiones secretas, me gusta contemplar, observar y analizar los actos y palabras de quienes me rodean. No de un modo frío y cínico, sino sencillamente de una manera neutral (que no es lo mismo que objetiva). A veces, me siento como una científica del método deductivo observando colonias en funcionamiento y tomando notas, contrastando con notas sobre otro tipo de colonias y, de cuando en cuando, acumulo dudas, concierto entrevistas y resuelvo con ayuda de los individuos que forman parte de ese mundo.

Últimamente he hablado con mucha gente. He charlado con Ariadna y Daniel, con Paloma, con Efraín, con Mordraunt, con Gómez… incluso he intercambiado opiniones con Epi y Blas y con mis antiguos maestros. Claro que no a todo el mundo le he contado los mismos detalles. No es bueno contar la historia completa y, como ya dije una vez, tampoco necesito que nadie conozca los hechos reales tal y como pasaron. Prefiero mantener todo esto en el anonimato y que la vida del resto de personas con las que comparto mi realidad no se vea afectada. Así que todo este tipo de conversaciones ha quedado en el clásico «un amigo de un amigo«. Salvo, claro está, con las personas que sí sabían que algo había pasado y que preguntaron directamente.

No soy una mentirosa, no compulsiva ni habitual ni frecuente. Odio mentir. Pero también odio montar dramas y odio influir en la mente de los demás (salvo en los juegos de seducción, claro). De modo que cuando Paloma o Mordraunt preguntaron les conté un resumen muy breve y muchísimo más neutral del que escribí aquí sobre la historia de Marco. Expliqué que estaba claro que él no tenía malas intenciones (claro que lo cortés no quita lo valiente) y planteé la anécdota desde los dos puntos de vista posibles: el suyo (víctima de un amor despechado) y el mío (ya lo habéis leído).

La gente adulta es bastante más comprensiva de lo que yo  habría imaginado. Todos estuvieron de acuerdo en que hay cosas que sencillamente no se hacen y que es un poco sorprendente que Marco no se diera cuenta de que, a veces, desde el otro ángulo, las cosas no siempre están bien hechas por buenas que sean las intenciones. Pero nadie le culpa de eso, al fin  y al cabo, son cosas que pasan cuando una baja la guardia. Es curioso, todos mis amigos sabían que tengo novio, yo lo sabía, y todos sabíamos que no le iba a dejar por Marco… y, sin embargo, era él la única persona que no quería verlo o creerlo.

Otra anécdota curiosa es que nadie se ha metido en medio. Me explico. La realidad del asunto es que ha habido dos personas que han entrado en conflicto entre sí. Evidentemente, las dos personas han buscado refugio entre sus amigos más cercanos. Ambos hemos contado nuestra versión de los hechos que, evidentemente, ha variado en función del grado de proximidad a la fecha del conflicto de más grave a más suave. Sin embargo, hasta donde sé, ninguno de mis amigos se ha puesto en contacto con Marco para decirle lo que tiene que pensar y cómo tiene que ver las cosas. Y del lado contrario ha habido al menos una persona que ha intentado explicarme cómo tengo que entender la situación.

Déjame serte sincera, J, y espero que no malinterpretes mis palabras ni te sientas ofendida, porque no tengo nada contra ti, ni contra Marco, ni contra nadie. Pero me gustaría que comprendieras algo. No se trata de la opinión que el resto de las personas tengan sobre alguien, no me importa lo que pienses tú, ni lo que piensen los demás sobre él ni sobre lo que pasó, porque lo que pasó sucedió entre él y yo y nadie más. Lo escribí la primera vez y vuelvo a escribirlo: no voy a cambiar de punto de vista. Te dolió que escribiera de él como si fuera un acosador, más me dolió a mí que él se comportara conmigo como si lo fuera, porque lo mires como lo mires, bajo mi perspectiva, fue egoísta, intrusivo, abusivo, perseverante y un agobio. Desde mi punto de vista, 100% subjetivo y personal, no es más que otro niñato que juega a ser mayor en régimen falocéntrico que suple con altas dosis de ego personal una autoestima alarmanetemente baja. Puede que para ti sea otra cosa y puede que contigo sea un cielo y sea la mejor persona del mundo y eso no voy a discutirlo. Pero para mí no va a ser así, porque lo que ha hecho, bajo mi visión, no es ni de lejos una buena señal.

¿Amor? Amor no es una excusa para geolocalizar a una persona que no siente lo mismo que tú, ni es una excusa para exigir a una persona que tiene una pareja estable que te dé explicaciones de dónde está a cada momento, ni una excusa para decir de forma hiriente y exigente que la actitud de esa persona que sabes que no está enamorada de ti no te gusta porque esa persona no quiere acostarse contigo porque se siente presionada y agobiada. Amor no es una excusa que se pueda utilizar para decidir que como no hay sexo no merece la pena trabajar. El amor no se pasa de repente, el amor es una herida que se abre para siempre. Todos los que hemos amado alguna vez sabemos que el amor nunca se va, llega para quedarse y cuando la persona a la que amas no te corresponde, la amas para toda la vida y, porque la amas, la dejas marchar libre.

Marco le dijo a mi novio a la cara que nuestra relación era solo sexo. Ambos lo hablaron entre ellos. Y Marco, evidentemente, incumplió su palabra y quiso más de lo que se le podía dar. Fue egoísta y avaricioso y se enfadó conmigo cada día porque no iba a darle más, porque no dejó nunca de importarme mi novio y porque no fui más que su amante. Las cosas estaban claras desde el principio, todos lo sabíamos. Todos menos él, que no quiso verlo. Cayó por su propio peso.

No obstante, sé que no tiene maldad ninguna y sé de sobra que él nunca tuvo intenciones hirientes. Aunque su gestión de la situación fue nefasta, por no decir completamente infantil. Quiérele, cuídale y no dejes que vuelva a hacerse daño de esa manera, porque realmente es de los que necesitan que alguien les abra los ojos de una vez. Si sigue así, tal y como está ahora, se va a quedar sin nada. Oblígale a buscar una ocupación y procura que no vuelva a meterse en líos.

Respecto a nosotras. Me caes bien y me siento cómoda hablando contigo, J. Pero te doy un consejo sincero, porque me importas y no quiero que te hagas daño tú también intentando arreglar cosas que no tienen remedio: no vuelvas a intentar decirme cómo tengo que pensar o ver las cosas. Soy mucho más adulta de lo que tú te piensas y de lo que parece y he aprendido muchísimo en los últimos diez años de mi vida. No soy vengativa ni justiciera ni lucho por cambiar las mentes de los demás. Pero cuando algo no me gusta, sé que no me gusta y sé por qué no me gusta y no puedes cambiar eso. Que no tuviera malas intenciones no quita que haya hecho lo que ha hecho. Y las intenciones, querida amiga mía, no son suficientes porque, como bien dicen las gentes sencillas: no solo de pan vive el hombre y no sólo de intenciones se alimentan las relaciones. Un grillete es un grillete aunque te lo pongan con amor y eso es algo que aprendí de la peor de las maneras, porque aunque tú no las veas, todavía hay cicatrices físicas en mi cuerpo de aquellas viejas lecciones con las que aprendí que «amor» no es suficiente como para hacer daño, nadie hiere por amor, ni ata ni esclaviza ni posee para sí mismo lo que no se puede poseer.

Como le dije a Marco una vez: podrás tener mi cuerpo, pero nunca tendrás mi mente; porque, querida mía, en este universo no todo querer es poder, no hay jaulas ni grilletes ni puertas ni ventanas ni rejas ni cuerdas ni material sobre la faz de la tierra capaz de retener el corazón y la mente de las personas. Pueden quitártelo todo, pero aunque no tengas nada, nadie puede arrebatarte tu espíritu ni tus pensamientos ni tu experiencia ni la esencia de tu ser. Y eso es realmente lo que hace libres a las personas.