Perdida en mi propia Tardis
¡Ya estoy aquí! Estas semanas he estado haciendo exploraciones cibernáuticas. He estado probando cosas, buscando cosas, aprendiendo cosas… y haciendo algunas cosas. Como sabéis, el mundo freelance me está tocando el higo y ya no sé cómo arreglar lo de la bilis que me sube del estómago cada vez que alguien pretende que trabaje gratis. QUE TENGO QUE COMER, COÑO. Y tengo orgullo… y estómago y mascotas y facturas… y esas cosas. También me he presentado a algunas ofertas de trabajo, pero, evidentemente, no te cogen en ningún sitio con tanto estudio y experiencia en un mundo que no es el que está disponible.
Está claro. Hay que hacer algo propio. Aunque todavía no sé cómo ni qué, pero hay que buscar la manera. O eso, o tener enchufe que, desgraciadamente, no es mi caso.
Lo que sí que tengo claro que no voy a hacer es salir de bares y fumar porros y beber cerveza hasta caerme inconsciente. No obstante, me he dedicado a surfear la web, a buscar inspiración en el mundo blogger y a leer y aprender cosas nuevas que no tardaré mucho en poner en marcha.
Con respecto al título de la entrada…
La semana pasada tuve una especie de bajón depresivo-creativo. No suelen darme esos patatuses, pero como me dio por ahí, lo que suelo hacer en momentos como este, es viciarme a juegos on-line estúpidos. ¿Adivinas a qué me vicié? Pues sí, al Candy Crush… pero lo que tenía era más bien curiosidad científica.
A lo largo de los dos últimos años he visto a muchos de mis amigos perderse en las inmediaciones de la agrupación de fichas de colorines con soniquetes molones, enviar cientos de miles de solicitudes de los juegos y ver decenas de notificaciones de subidas de nivel. Mis preguntas sobre el juego eran las siguientes: ¿qué sentido tiene?, ¿dónde está el éxito de esta clase de juegos? Así que me motivé y jugué y después me dediqué a documentarme en la red para verlo desde otra perspectiva.
Esto es lo que he averiguado:
Cuando entras a jugar no es más que un básico conecta tres de toda la vida, pero con un aspecto más molón y más agilizado, con lo cual te puedes pasar horas juntando fichitas. Luego tiene una especie de argumento tipo máquina tragaperras de las de antes, lo que te da la sensación de que estás juntando caramelos por algo, pero tampoco es que le prestes mucho atención. De la música mejor ni hablo porque como padezco de migrañas le quito siempre el sonido a estas cosas. Al final resulta que es hipnótico el brillito de las gominolitas y adictivo eso de juntarlas para conseguir cada vez efectos más gordos. Cuando te enchufas con el fb puedes competir contra tus amigos y también puedes ganar a los tiempos de espera pidiendo vidas a tus contactos (de ahí las notificaciones irritantes).
¿Las claves del éxito del juego?
Facebook
Candy Crush Saga nació en Facebook, lo que le proporcionó una gran proyección social en la Red. Enseguida, el juego se convirtió en un fenómeno viral. El envío de invitaciones a los contactos y la posibilidad de interactuar con otros usuarios favoreció su expansión en uno de los mejores momentos de la red social.
Generalización de smartphones y tablets
La promoción del Candy Crush Saga no sólo coincidió con un momento ideal para su difusión en Facebook, sino que ha podido engancharse a las potencialidades de móviles y tablets en el momento de mayor crecimiento de este tipo de dispositivos, ideales para este tipo de pasatiempos. Laposibilidad de jugar en cualquier momento y con una sola mano ha sido uno de los factores clave.
Sencillez
No hace falta ser un experto en juegos para divertirse desde el primer momento. Prácticamente cualquier usuario puede disfrutar de la aplicación, tanto en Facebook como en su smartphone o tablet. El mecanismo del juego es sencillo. Aunque se va complicando a medida que se avanza en los niveles, el usuario tiene pronto la sensación de que avanza, debido a la gran cantidad de niveles de que consta, lo que podría reforzar su confianza, mientras fortalece además sus destrezas para los nuevos desafíos.
Vertiente social
En la posibilidad de prestarse vidas entre usuarios o de compartir los resultados reside su vertiente social, una de las cuestiones fundamentales para el triunfo de este tipo de aplicaciones.
Desarrollo
El juego no ha dejado de actualizarse, ampliando continuamente su número de niveles. Esto supone un nuevo desafío más para los usuarios que quieren llegar hasta el final, que deberán dedicar un poco más de su tiempo a la aplicación.
Ansiedad lúdica
Como tantos otros juegos, Candy Crush Saga engancha al usuario creando cierta ansiedad cuando no se superan los niveles. Esta sensación lleva al jugador a insistir en su empeño hasta conseguir liberarse de ella.
Vidas infinitas
El juego no finaliza cuando el usuario pierde un número determinado de vidas, como ocurre en otros casos, sino que ya que estas se recuperan media hora después de perderlas, lo que permite retomar el desafío continuamente.
Pagos
Ante la frustración de ser incapaces de superar alguno de los niveles, Candy Crush Saga ofrece una posibilidad que no existe en otros pasatiempos similares: pagar por saltárselo, lo que permite al juego evitar abandonos de usuarios desesperados.
Fuente: www.lne.es
Conclusión: ¿usamos facebook para conectar con las personas o usan facebook para conectarnos a nuestras cuentas bancarias?
La cuestión, desde mi perspectiva, es que si nos pusiéramos de acuerdo podríamos utilizar las herramientas sociales como armas para vencer a un sistema que nos atrapa. Sin embargo, el hecho de que estas redes te pidan todos los datos para conectarte con personas de tu entorno (que ya conoces de toda la vida y que tales herramientas siquiera se plantean que quieras desprenderte de ellas) para expandir mini-juegos, páginas y grupos de marcas y demás movimientos destinados a recaudar fondos para unos pocos me hace pensar que o bien ellos son muy listos o bien los demás son muy tontos.
Tras el experimento Candy Crush, dediqué bastantes horas a leer en la red sobre el intrusismo de los buscadores y a estudiar a fondo cómo las diferentes aplicaciones gratuitas, aparentemente inofensivas, que hay en mis smartphones se dedican a pedir acceso a diferentes datos personales que, en teoría, deberían ser privados. Si yo, que soy un paranoica de las conspiranoias, he caído en el ardid de los Mass Media, ¿por qué no iban a hacerlo los demás mortales que ni tienen manía persecutoria, ni están obsesionados, ni han estudiado a fondo el sistema?
Ayer cerré mis cuentas de fb. Y pronto, en cuanto tenga un poco de tiempo, me dedicaré a cerrar todas aquellas cuentas en las que me conocen con nombre y apellidos. ¿Desde cuándo el resto del universo humano tiene derecho a saber dónde estoy y qué estoy haciendo si ni siquiera me han preguntado?
PD: tras la paranoia, prometo redactar varias entradas sobre dos o tres proyectos bloggeros que han llegado a mi conocimiento y me han entusiasmado. Ya tengo preparadas las entradas. Sí… HE VUELTO.
Excelente entrada! de mas esta decir que estoy en todo de total acuerdo…
Gracias por compartir 🙂
Me gustaMe gusta