Crack del 16: crisis radical, anteposición de prioridades y ruptura emocional

A ver por dónde empiezo.

El año pasado me había autoimpuesto algunas metas a modo de propósitos de Año Nuevo las cuales, por cierto, cumplí a rajatabla. El año pasado, por tanto, conseguí todos los objetivos pretendidos: ahorré dinero, cuidé mi salud mental y física, mejoré mucho mi imagen personal, establecí pautas y normas de conducta y convivencia para todos los seres vivos que habitan mi casa (es increíble, pero esto ya no es un caos zoológico), cree rutinas de trabajo para satisfacer todas mis necesidades, afiancé algunos puntos clave de negocio para futuras actividades, terminé varios proyectos que tenía arrastrados de épocas anteriores… éxito.

En conclusión, logré todo lo que me había propuesto y al no quedarme tareas pendientes, he podido estructurarme este año para seguir evolucionando y subiendo peldaños en mi vida personal.

Pero la vida no funciona así.

Mi instinto me dice que soy una persona lo suficientemente inteligente y capaz como para sobrevivir en el mundo y si no he conseguido un trabajo estable hasta el día de hoy es por una razón fundamental: nunca me ha interesado tener uno. No me hago a la idea de pasarme toda la vida haciendo algo que no me gusta. Y por eso sigo viviendo de trabajos temporales conforme voy completando mi formación y mi perfil profesional, que es para lo que creo que he nacido. Y eso está bien.

Así que, este año, mi propósito de año nuevo es el siguiente: terminar mis 3 titulaciones pendientes, terminar mi proyecto personal online y aprender a ignorar a los ignorantes.

Eso me lleva a puntos diferentes en mi situación geográfica emocional. Por un lado tengo a mi pareja, le quiero, pero no se implica en mi vida profesional. Estoy empezando a verlo como una relación que sólo se mueve en una única dirección. Pero para mí no es un problema, sino que es más bien una señal más que me indica que probablemente mi vida esté en otra parte.

Cuando tienes una proyección profesional de algún tipo y tu pareja no te acompaña tienes dos opciones: encontrar la forma de que tu pareja te comprenda y te apoye o diluir tu relación. La otra opción no seleccionable es la de renunciar a todo por lo que has luchado y quedarte fregando platos para un tío al que no le importa lo más mínimo el mundo del que provienes.

Eso me lleva a pensar en aquello de lo que ya he escrito más veces, eso que decía un amigo mío de que los hombres son más especialistas que las mujeres. Bueno. Eso es porque los hombres sólo trabajan y duermen y se divierten en sus tiempos libres. Cualquier mujer que tuviera a una o dos personas en su casa ocupándose de absolutamente todo mientras ella sólo tiene que mejorar en su trabajo puede convertirse en una gran profesional de su sector.

En fin. Quiero quedarme aquí. Me he pasado meses arreglando la casa, organizando mi jardín, mis cosas, construyendo muebles… no quiero irme a ningún sitio. Es mi hogar y quiero terminar de reformar la casa. Pero necesito más dinero. Eso me lleva a la opción de buscar empleo fuera de aquí para aprovechar los inviernos… porque aquí hasta las cerezas NO HAY NADA.

Supongo que esas son las cosas que se hablan en pareja. Pero en mi caso la situación es un poco diferente. Yo le digo: «estoy buscando trabajo en Madrid o en León» y él me contesta «estás tardando en irte»; yo le pregunto «¿si encontrara un buen sueldo te vendrías?» y él me contesta «mi sitio está aquí, tú haz lo que te de la gana». Resumen: mi relación sentimental está destinada a morir en pro de mi propia vida laboral.

Conclusión: creo que me merece más la pena volcarme en mi propia proyección laboral, en profesionalizar mi perfil profesional y en buscar trabajo que ocuparme de mi relación de pareja. ¿Triste? no, qué va. El mundo está lleno de sorpresas y no se acaba aquí. Algunas personas simplemente no se casan nunca y otras están destinadas a cosas mejores, diferentes. Cometería un gravísimo error si me conformara con lo que tengo.